Una mirada, un deseo.

Es algo internacional, el deseo, creo que incluso en el Polo Norte debe existir…
Llegar a otro país, sea cual sea su raíz cultural, no deja de tener algunos matices que lo hacen propio, genuino, especial.
Una vez despojados de las burocracias aduaneras creo conveniente despojarse tambien de los tópicos preconcebidos. Cuando alguien viaja a Cuba, cuentan las gentes, que necesariamente tiene que ser por “amor”, esa es la historia que nos cuentan tantas y tantas noticias, documentales al puro estilo Callejeros, una revisión fugaz con entrevistas montadas en Sound Forge sobre qué y cómo hacer en un determinado país.
Por tanto viajamos a La Habana con el derecho a ser “amantes” por obligación y esta actitud no deja de sorprendernos cuando uno, vicioso del observar, se da cuenta que allí hay escenas que narran otra historia.
Pude ver las miradas del deseo de esos hombres atados a su tierra, viendo pasear a esas agraciadas mujeres de piel tostada y prohibida, como reservadas a aquellos marinos venidos de ultramar. Con cierto recelo, con rabia contenida…

© Ramón J. Usó 2009