La piñata de Matías

Un rico aroma salía de la cocina: pan de vainilla recién horneado y leche hervida con miel. Matías aún adormilado buscaba a mamá. La encontró afanada en medio de un caos de trastos e ingredientes. Mamá se percató de la presencia de Matías y corrió a abrazarlo gritando, -enhorabuena mi niño ¡Felicidades!- y le llenó de besos tiernos las mejillas salpicadas de pecas.
Matías sonrío tímidamente.

-Está todo listo para la fiesta, hijo.- Decía mamá mientras caminaba de un lado a otro terminando de decorar un gran pastel. - Cuando termines de comer, anda afuera a jugar, tengo que terminar con los preparativos de esta tarde.

Matías salió al patio. Era hijo único y su padre siempre viajando lo hacía sentirse inmensamente solo. Se sentó en un rincón a dejar pasar el tiempo como tantas otras veces.

-SHSS....SHSS

Escuchó un siseo. No miró a nadie.

-SHSS, tú niño, ¡aquí!

Matías volteó hacia atrás y asombrado miró como una piñata le hablaba. ¡No lo podía creer! Con desconfianza se acercó y también le habló:
-¿puedes hablar? Pero, ¿porqué tienes esa carita tan triste?

Piñata le contó a Matías que la habían comprado en el puesto del mercado y ahora se encontraba ahí, sola, asustada, esperando un terrible fin. Matías comprendió que se trataba de la piñata que había comprado su mamá para la fiesta de su cumpleaños. Al verla tan apenada decidió ayudarla a escapar. La cubrió con una manta y justo cuando se disponía a salir de puntillas, mamá lo descubrió.


-¿A dónde vas con esa piñata hijo?- Preguntó mamá.

Matías que era un niño honesto y no decía mentiras, le contó a su madre lo que pretendía hacer. Mamá se conmovió ante la bondad de su niño y le dijo:

-Te contaré una historia, Matías. Hace muchos años, en un lejano país, un mago creó las piñatas con magia especial, papel brillante, confeti de colores y regalos sorpresas dentro. Las piñatas son hechas para dar felicidad. Cuando las rompen, su alma se libera del papel y vuela. Se convierte en sonrisas y alegría.-

Matías sonrió al ver que piñata le guiñó un ojo y le dijo quedito que quería estar en la fiesta. Durante la celebración, los niños felices rompieron la piñata al ritmo de música y risas. Piñata agradeció a Matías haberla convertido en alegría y le brindó una sonrisa antes de rasgarse en papelitos que volaron con el viento.

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