SILVIO RENATO Y LAS OVEJAS VOLADORAS


Una noche oscura llena de estrellas adorna el firmamento. La luna con la cara recién lavada y sonriente, toma su lugar entre los luceros y se prepara para velar el sueño de millones de pequeños que se acomodan en sus camitas dispuestos a soñar con fantásticos personajes.

Los niñitos arropados hasta sus barbillas, cierran sus ojitos mientras papá y mamá cantan canciones de cuna, y otros cuentan historias de caballeros y dragones, de princesas y castillos donde hay hermosos panoramas de bosques encantados.

Pero hay un pequeñín de solo unas cuantas semanas de nacido, de rostros candoroso y mirada brillante que se niega a dormir cuando oscurece. Silvio Renato lleva por nombre. Silvio Renato pasa el día durmiendo y comiendo. Las noches son sus preferidas, no hay ese pandemónium que crean los grandes. Le encanta ver aparecer la gran lunota en su ventana. Cuando nadie los mira, ésta juguetona se acerca al niño y le besa las mejillas.

Las sombras de la habitación no le asustan, por el contrario, juega y se divierte con ellas, y las sombras bailan al compás de la risa de Silvio Renato. A él le inquieta una sola cosa: sobre su cama, allá lejos, alto, hay unas nubecitas suspendidas en el aire.

Su abuelita le dijo que son unos animalitos llamados ovejas que ayudan a los niños a descansar mejor. Le inquieta no poder alcanzarlas. Cuando es la hora de dormitar, abuelita da un par de reveses a una llave y las ovejas empiezan a volar. Dan vuelta y vueltas al ritmo de una canción.

Esas ovejas se han convertido en una manía para Silvio Renato. Les habla con sus palabras inventadas, pero no le contestan. Les grita desesperado pataleando, pero no le contestan. Solo están ahí, volando y volando. Hay noches que logran que Silvio Renato, cansado de verlas girar, caiga rendido ante el sueño. Por la mañana al despertar, lo primero que ve son a esas ovejas volantes, pero ahora están quietas.

Ha soñado que la toca. Las siente suaves, esponjosas, y las muerde. Las ovejas ríen a carcajadas por las cosquillas que les produce el jugueteo de Silvio Renato. Sueña que él vuela montado sobre una de esas ovejas y canta y se siente feliz. Le han traído un sin fin de regalos, otros juguetes, ositos cafés de grandes ojos y pelotitas de colores, pero no hay nada para Silvio Renato que sustituya sus ovejas voladoras.

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