Categorías: "CONTEMOS CUENTOS"

El Cóndor. De Marola

Aquella noche me invadió un bello sueño, que durante todo mi niñez me había acompañado varias noches a la semana. El sueño empezaba con una niña del barrio de Kunsai (Kunsai era el barrio más pobre y desolado de mi país), con unas insaciables ganas de vivir, en la comisura de sus labios se podía observar la esperanza, la vida… Anea que así se llamaba la bella princesa, que era como la llamaba Cóndor, tenía una vida solitaria y sin esperanza, vivía con la ilusión de que su pájaro volara cada noche a darle lo que no tenía "amor, cariño y sueños".Cada noche se trasladaba a un banco del parque, sentadita con sus pequeñas manitas cruzadas encima de sus delgadas rodillas, a esperar a su gran amigo el Cóndor, él era una especie de combinación entre pájaro y ángel, ellos permanecían de la mano, se miraban y a través del contacto de sus manos hacían realidad esa gran ansia que tenía de que alguien le diera un beso, la acariciara, la mimara. Porque Anea vivía en un lugar horrible, el lugar más pobre y desolador de la tierra, pero Anea se sentía libre, querida, amada y segura con Cóndor hasta que empezaba a repuntar el día; entonces se despedían hasta la próxima noche, cuando el Cóndor la volvería a llamar en medio de la noche, para darle su mano y acompañarla en ese trance de miedo y temor que ella tenía y no podía despojarse. Pero durante el encuentro Anea destruía todo eso que le rodeaba durante el día, no se acordaba de nada, solo vivía esas horas como las más bellas y esperadas de su existencia.

Marola 03/07/06

Palabras para el "contemos cuentos 11"

Y la familia siguió creciendo, lo que aumentaba el número de cuentos por juego o los mantenía. Lo cierto es que el incentivo de nuevos creadores nos animaba a los que ya llevábamos un tiempo jugando a mantenernos y seguir dejando que la imaginación surgiera arropada por las exigencias del juego.
Las nuevas palabras escogidas fueron:

BANCO

COMBINACIÓN

COMISURA

INSACIABLE

REPUNTAR

SUEÑO

Y como complemento perfecto a este juego que iba en aumento de ganas e inspiración, el reto nos transportaba a descubrir los más bajos instintos y nuestra pasión más desbordaba desarrollando, durante la segunda semana, un relato ERÓTICO.

Espectro punzante. De Lirio

Entre el crepúsculo impenetrable, en la insinuación de mis recuerdos y fantasías, me sentía transportada hacia el lugar en que cada noche exhalaba de mi boca un pequeño gemido, una diatriba como si fuera dicha por mil demonios poseídos apunto de lanzar fuera de mi.
Sin poder pedir auxilio, en mi mente casi trastornada no sabía reconocer si era realidad o un sueño. Sólo me observaba solitaria en la nava, casi inerte, perpleja, distraída, desprotegida, a punto de ser devorada por el horrible espectro de ojos centellantes, afilados caninos ensangrentados, un largo y sobrio abrigo, y garras que a la luz de la luna parecían espadas.
Me ataba a su furia, a su fuego asesino, a su insaciable hambre de matar. Se divertía con mi dolor, con mis aullidos casi inhumanos, con mis ojos desorbitados y a cada paso del tiempo desgarraba mi carne.
Ante espantoso acto, al palpar mis heridas profundas, mis pupilas envenenadas de su sonrisa, mi cuerpo maltratado y destrozado, daba cuenta de que aún me quedaba vida.
En una daga clavada en mi lecho de muerte, sentí una intensa punzada, y recordé, recordé, que el día anterior me había puesto el viejo sujetador con un alfiler y me desperté.

Lirio 03/07/06

Noche de Fiesta. De Suprunaman

Jesús estaba sentado frente al ordenador viendo la película “Rocco Tarzán” y haciéndose una gayola, estaba a punto de eyacular cuando se abrió la puerta de la sala, de un salto quedó de pié encima de la silla de ruedas. Enfrente de él estaba su abuela, de pie y con camisón, con su piel arrugada, la boca desencajada y las cuencas de los ojos vacías, acercándose hacia el con un cuchillo en la mano. Jesús con la mano aún en su pene decía:
¡Coño, coño, coño!
El miedo y la excitación hicieron que su pene estallara en la cara de aquel zombi con cara de su abuela. La vieja empezó a gritar, a gesticular y su piel empezó a derretirse hasta que en el suelo sólo quedó un caldo verde y viscoso.
Ya estaba más sobrio y a oscuras, palpando por el pasillo tropezó con algo. Velozmente encendió la luz, su padre y su madre estaban allí, tenían el mismo aspecto que su abuela, y empezó una diatriba entre ellos
Noche de Fiesta, Noche de Fiesta, repetían una y otra vez.
¡Maldito José Luís Moreno!
Te vamos a matar Jesús.
¿A mi? Y una mierda, y cogiéndose de nuevo su porra les tiró un chorro de semen que también a ellos empezó a derretirlos.
El abuelo estaba sentado en el sofá, dormido, el abuelo siempre se dormía viendo Noche de Fiesta, así que era su esperanza.
Abuelo, abuelo despierta, necesito tu semen.
Vaya hijo, pues lo tienes crudo, yo ni con la Vinagra esa, que ya tengo 90 años.
Pero aún así y con la asiática que lo estaba matando accedió a ayudarlo.
Fueron al trastero, allí encontró una “recortá”, prepararon unos cartuchos con una mezcla de pólvora y semen.
¡Ahora verán esos malditos!
La calle era una nava, pasaron cerca del barrio chino, y una chinita con cara de zombi empezó a acercárseles, se quitó el sujetador, al parecer le apretaba y le cortaba la circulación. El abuelo se tragó tres visagras, se bajó los pantalones y dijo:
Vete Jesús, ya me encargo yo.
Dios en la puerta de la discoteca no cabía ni un alfiler, alguien se había encargado de enchufar Noche de Fiesta en la pantalla gigante y miles de zombis salían de aquella sala, el mundo estaba a punto de perecer. Jesús no iba a tener tanto semen.
¿CONTINUARÁ?

Suprunaman 30/06/06

La mancha. De Crayola

Una noche profunda y sobria. Me senté con comodidad frente a mi escritorio. La tormenta que se nos debía de hace tiempo, arreciaba con furia. El jardín se transformaba en una nava. Mi escritorio está justo frente a un ventanal. El cristal se empaña con facilidad y dificulta la visión hacia fuera. No me importa mucho, no me gusta ver hacia fuera en una noche así. Me olvidé de la lluvia y me sumergí de nuevo en mi escritura. Al releer lo escrito, no dejaba de sentir frustración ante la diatriba que salía de mi lápiz. Me quedé así, agachada mirando el papel. Una vela sobre la repisa difundía una tenue luz. Trémula y pálida. Las sombras cada vez eran más misteriosas. Danzaban en un silencioso vaivén. Sin quererlo distinguí una extraña mancha en el suelo. Como a un metro de distancia. Estaba cerca de la pared. Era una mancha alargada. Oscura. Parecía un bicho. Pero no lo era me dije. Es una mancha de pintura, recuerdo el día que pintamos la madera. Quise volver al papel y no pude concentrarme. De reojo miraba la mancha. Por impulso contraje mis pies. Volvía a la hoja sobre mi escritorio. Vi claramente que la mancha se movió. Ya no era una mancha, estaba segura. Se había movido, tenía que ser algún insecto. El terror se apoderó de mí. Tengo fobia ante esos bichos. Simplemente me paralizo. Miré de nuevo, solo una mancha. Mi corazón ya aceleraba. Un frío sudor me recorría la frente. Me tranquilicé, decidí levantarme y encender la luz. Me puse de pie y la mancha se movió. Se movía despacio, esperando. Parecía que se agrandaba. Mi respiración se cortaba. Como puntas de alfileres el miedo se metía por mis poros. Quería correr, pero parecía que había un sujetador entre mis pies. Era imposible moverme. La vela se apagó de pronto. La penumbra se mezclo con el miedo. Mi pie descalzo palpó algo. Me horroricé aun más. Era un insecto. Subía despacio por mi pie. El roce de sus patas en mi piel. Un duro caparazón. Unas antenas. Un grito agudo salió de mi pecho. Mi garganta seca me dolía. Corría dando tumbos en la oscuridad. Pude encender la luz, y ahí estaba. La mancha seguía en su lugar. No se había movido. Siempre fue una mancha. Pero se que me asecha. Se transforma. Vive. Me quiere matar de miedo.

Crayola 30/06/06

Sala de Juntas. De Monelle

“Regresaron a la inseguridad de sus ciudades. Pese a todo, sabían cómo se llamaba el monstruo que acechaba en ellas. Cuál era su rostro.”
Parroquia del Sagrado Corazón, Año de Nuestro Señor 1550.

Lo encontraron agazapado al abrigo de unas rocas, en el fondo de la nava.
Recogieron su cuerpo con extremo cuidado. Precaución necesaria, pues en la primera inspección, cuando se disponían a palparle el pulso, el lóbulo de la oreja se fragmentó.
El médico certificó su muerte sin poder dictaminar las causas de su aparente acristalamiento. De esa imposible congelación a mediados del mes de julio.
El velatorio se hizo más emotivo ante las incógnitas que hacían referencia al misterio que acechaba a la población desde hacía centenares de años.

Corría el año 1863, España combatía con el cólera por tercera vez en cincuenta años y los muertos se amontonaban por doquier.
Por extraño que parezca, en aquella comarca, nadie contrajo la temible enfermedad, es por ello que ante la diatriba de permanecer junto al foco de infección o resguardarse del mismo, muchos fueron los que huyendo de la epidemia se acercaron hasta allí.
Con tanta animación, pronto olvidaron aquél extraño suceso.

A más gente mayor progreso.- Musitaba el alcalde que ya presentía un sobrio aumento en las arcas municipales.
Podré remozar la iglesia. —Comentaba el párroco mientras colocaba más bancos ante el altar.

Pero no tardó mucho en volver a suceder. Durante dos días, las batidas se alargaron hasta altas horas de la madrugada. Cansados de no obtener resultados, resignados ante lo que ya sabían, decidieron abandonar la búsqueda.
Dos días más tarde se volvió a repetir el suceso, y así una y otra vez.
Los familiares de los fallecidos desesperados pedían explicaciones. Les hablaron de extrañas luces nocturnas; bolas de fuego; duendecillos; e incluso espectros. Argumentos injustificables. Ni tan siquiera la certeza de que los cuerpos serían encontrados, de que podían ser enterrados, les consolaba.

¿Qué podemos hacer?

Aquellos sueños de progreso se desvanecían con cada familia que abandonaba el pueblo.

¿Qué hicieron nuestros predecesores? —Se preguntaban.
Nada, como nosotros. No hicieron nada.

En ese momento, un grupo de vecinos portaban en una carreta repleta de heno, los cuerpos cristalizados de los últimos desaparecidos. Cuerpos que nadie reclamó y que, como sucedía desde hacía cuatrocientos años, fueron a enriquecer, con su presencia, la “Sala de Juntas” del Ayuntamiento de aquel misterioso pueblo de Castilla que espero nunca encontrar.

Monelle/CRSignes 290606

El retrato. De Naza

Tuve que mirar dos veces el rótulo de la calle para cerciorarme de que estaba en la dirección correcta. Calle Nava, esta es, me dije.
Qué distinta podía llegar a ser una calle cuando cierran los comercios. La gente desaparece, el sonido de mis pasos me recordaba que el encanto del bullicio de la mañana se convirtió en inquietud a esas horas de la noche.
¡Qué idiota eres!, me dije. ¿Toda una vida viviendo en internados y va a resultar que te da miedo una calle desierta? No debería empezar con diatribas contra todo lo que fuera nuevo en mi vida
El portal olía a cerrado y el ascensor desvencijado me pareció mucho más viejo que esta mañana. Palpé la barandilla de la escalera y sentí la vejez del edificio en mis manos.
Al abrir la puerta de casa la oscuridad del interior invadió el rellano del ascensor; subió por mis pies y me envolvió llenando mi cuerpo de frío y miedo. Cómo podía cambiar tanto un estudio visto esa misma mañana y que me pareció una autentica ganga que no debía rechazar. El piso reunía todas las ventajas que un soltero como yo desearía. Eso fue lo que hizo me decidiera por esta vivienda, bueno eso y la vecina, una preciosidad en sujetador que esperaba conocer en breve.
Cuando cerré la puerta tras de mí me acerqué a la cocina para ver si disfrutaba de la misma visión y me resultó curioso observar que no había ni una sola luz en el ojo patio. Sólo eran las nueve de la noche.
De las pocas cosas a las que presté atención esa mañana, fueron el pensar cómo podía mantener el hombre de la inmobiliaria el cartel con su nombre sobre su solapa si el alfiler estaba a punto de caerse, y lo segundo y más importante, cómo funcionaba el mando de la televisión.
Uno de esos canales emitía un sobrio mensaje. Una chica repetía de manera insistente “…estarás a salvo mientras no me recuerdes”. Comencé a adormilarme, el cansancio de una dura jornada me pasaba factura. ¿Quienes serán todos esos que aparecen en esa foto encima del aparador? ¿Y esa chica no es...?

Cuando desperté comencé a verlo todo de forma distinta, lo veía todo desde el interior de un retrato encima de un aparador.
Sentada frente al televisor una chica en sujetador nos sonreía a todos los de la foto.

Naza 28/06/06

Alicia y la felicidad. De Gulivert

La felicidad de Alicia tenía, en esta ocasión, una consistencia que no era habitual. Había que reconocer que Alejandro superaba de largo el nivel medio de sus últimas relaciones. Era, quizá, excesivamente sobrio vistiendo para lo que su mente alocada, soñadora podría esperar. Pero ello no influyó en su decisión cuando se encontró en la diatriba de aceptar una invitación como la que le había hecho el martes anterior. ¿Qué mejor manera de conocerlo que pasar el fin de semana en la casita de campo que él tenía cerca de Laredo?
El viernes pasó a recogerla con su magnífico coche italiano. De las pocas cosas que sabía de él, se había quedado con que era arquitecto y que estaba involucrado en un proyecto descomunal en la capital.

Sí, vamos a desecar diez hectáreas de pantano para transformarlas en navas de frutales. En el centro de la propiedad construiremos un centro industrial modernísimo.

Alicia escuchaba su maravillosa voz y la colocaba en las miles de palabras que, antes de llegar a verse, le había escrito en el chat en que coincidieron. Se habían ido enredando poco a poco en horas de insomnio y veladas de amor tecleado. Hasta que llegaron a la primera cita nerviosa donde se palparon en el silencio de las miradas que daban la conformidad a un futuro interesante, pensó Alicia.
Y allí estaba, viernes noche, en una preciosa casa solariega, en medio del campo más verde que jamás había visto. La estancia estaba decorada con gusto exquisito y en el comedor, enorme, la mesa estaba preparada para una cena romántica.

Subiré tu maleta a la habitación, ponte cómoda en el salón. Tienes, si te apetece, música al fondo, sobre el equipo –le dijo mientras se alejaba camino de la escalera que, supuso Alicia, llevaba a las habitaciones.

Le analizó mientras subía. Era alto y mucho más guapo que en aquellas fotos que le envió al principio por correo. El carísimo traje que llevaba le quedaba impecable, con aquella preciosa camisa rosa y la fina corbata que remataba un anacrónico alfiler de oro.
Ella fue al salón pero optó por la televisión. Puso las noticias y se aflojó el sujetador, un poco por comodidad, un poco por prevención. Él apareció al rato y se situó detrás del sofá donde ella miraba la tele.

¿Qué ves?
El telediario. Mira, ha aparecido otra víctima del asesino de la A.
¿El asesino de la A?
Sí, así le llaman porque todas las mujeres que ha matado tenían un nombre que empezaba por A. Ana, Azucena, Antonia, Alina...
Ya –atajó él mientras se soltaba la corbata.
¿Cómo las matará? –preguntó la chica, absorta en las imágenes del noticiero.
Muy fácil. Les clava un alfiler de oro en la nuca... ¡Alicia!

Pero la muchacha no tuvo tiempo de escuchar su nombre.

Gulivert 27/06/06

El jardín de la luz. Suprunaman

Nació de madre muerta. Su cabello era del color de la luna y su piel pálida tan fría como el hielo. Pronto la vistieron con un negro crespón.
Vivía en tierra de navas donde gobernaba la oscuridad. Decidió entonces coger su larga guadaña y abandonar aquel siniestro lugar. Quería encontrar las flores más bellas, de colores vibrantes y aromas dulces; deseaba llevárselas a su jardín que ahora se le antojaba triste, sobrio, gris.

No es violenta, no le gustan las diatribas, su acto es como quien corta el hilo que aún pende del alfiler.
Un llanto de bebé se esconde entre la mugre de la calle, ella lo recoge, lo acuna y le da su amor.
Un hombre mayor ha vivido la guerra, a muchos amigos y patriotas ha visto morir. Ve llegar a la sujetadora de la guadaña, ni siquiera tiene que preguntar, ya sabe quien es y su calor lo llena de gozo.
Una hermosa mujer se palpaba la vena, la heroína hace el resto y con los brazos abiertos la espera la muerte.
Muerte, su nombre está unido a su destino, día y noche Muerte recoge incansablemente las flores más bellas, flores que iluminan su jardín.

Suprunaman 26/06/06

Al filo de la madrugada. De Pez burbuja

Cierro la puerta. Me voy desprendiendo rápidamente de las dos piezas de mi sobrio traje de chaqueta. Tiro sin miramientos los zapatos de tacón al aire, mientras me desabrocho la camisa que cae desmadejada al suelo. Me palpo la espalda buscando el broche del sujetador mientras me dirijo al baño. Acabo de desnudarme y me meto en la ducha. Siento las gotas de agua como pequeños alfileres traspasándome, todo mi cuerpo se queja dolorido, exhausto.

Al filo de la madrugada me siento por fin, después de un arduo día de trabajo. Resulta tan agotadora la retahíla de tareas encadenadas en cada jornada, que a veces me siento como si en vez de caminar hacia delante, fuera caminando hacia atrás como los cangrejos. A lo largo del día, me sitian los problemas cotidianos, las responsabilidades, el trabajo, las diatribas de mi jefe, las tareas pendientes, conformando a mi alrededor una vorágine de la que no puedo salir.

Intento robarle unos minutos al tiempo para sentarme en mi rincón favorito con una taza de chocolate caliente, y ver pasar la vida a través de la ventana. Hasta esta parada me resulta costosa, como si fuera una pelota rodando por una cuesta, al llegar al final sigo rodando por inercia. Debo recurrir a mi instinto de supervivencia para quedarme aquí sentada. Entonces cierro los ojos, y me imagino aún como una muchacha pizpireta, correteando por las navas y sin más problemas que aprobar en el colegio y conseguir que el chico que me gusta me haga caso.

Y me voy a la cama con una sonrisa en los labios, y dispuesta a afrontar otro día con lo mejor de mí.

Pez Burbuja 26/06/06

Recuerdos del pasado. De Suprunaman

Rick estaba sentado frente a Sam, bebiendo una copa de bourbon.
Tócala Sam, dijo.
Éste, mirándolo con ojos de tristeza comenzó a acaricias las teclas del piano, su voz ronca y armoniosa iluminaba el local con recuerdos del pasado, sus ojos se llenaron de lágrimas.
Hacía varios años que Ilsa había cogido aquel avión. Una vez más, Rick pensaba en la forma tan sobria en la que se despidió de Ilsa. Una diatriba había en su interior, tendría que haberle dicho a Ilsa que se quedara. “Ahora ambos seríamos felices, Laszlo hubiera continuado igualmente con su guerra, pero nosotros…”
Sam terminó su canción, y un silencio inquietante se cernió en la sala, era como una tierra de navas, vacía e inhóspita. Esta noche Rick también dormiría en su café.
Era por la mañana, en la barra lucían varias botellas de bourbon. A Rick todo le daba vueltas, se sentía como si miles de alfileres se le clavaran en el estomago, se palpó la cabeza para intentar que aquella gran noria dejara de rodar. No pudo evitar vomitar. Maldito Victor Laszlo.
Eran las nueve de la tarde y el café de Rick estaba a reventar. Casablanca es el sujetador de aquellos que no saben donde ir, un alto en el camino que a veces es demasiado prolongado.

Suprunaman 23/06/06

La aguja de coser. De Naza

¿Somos todos iguales? Rotundamente tengo que decir que no. Si fuese así no estaría ahora encerrado en mi cuarto y con una perpetua que está a punto de caerme encima.

Los padres de Sara están abajo. Han venido a ver a mis padres y a pedirles explicaciones por mi actuación. Yo estoy arrepentido de haber hecho lo que hice. Ahora tengo que documentar mi defensa, es mi última oportunidad para redimirme ante ellos y sobre todo ante mi Sara.

Si algo había en el mundo que me gustara más que todo, eso era estar al lado de mi mejor amiga. Con ella aprendí el concepto de la amistad, indivisibles desde la guardería, nos buscábamos todos los días. Por las mañanas yo me sentaba en el escalón de su portal esperando a que saliera para ir juntos al colegio. Prefería jugar a cosas de niñas en lugar de practicar fútbol con mis compañeros de clase. Soportar las diatribas sobre mi persona fue algo a lo que me acostumbré pronto.

¿Te gustan las verduras? —Me preguntó un día la madre de Sara.
Si señora, me encantan las verduras —le respondí

Aún recuerdo la cara de sorpresa de mi madre ante mi respuesta. Cualquier cosa para estar junto a ella.

Pero un día todo fue distinto. Aquella mañana Sara se plantó frente a mí. Yo estaba sentado en mi escalón y cuando levanté la vista vi que ella ya no era ella. Durante el camino a clase la miraba de refilón. Algo había en ella que la hacía distinta. Ella me sacó de dudas.

¿Te gusta?
El qué.
¿No me notas nada?
Pues no, le respondí.

Entonces ella se paró frente a mí. En su rostro se reflejaba un tenue color rosa y debajo de sus ojos unas leves líneas negras, pero lo más sorprendente fue que su torso ya no era una tierra nava.

¿Llevas sujetador?
—dijo arrebolada de pudor.

Inocente de mí quise palparlo

¡No! — Gritó sobresaltada, —no puedes hacer eso. A partir de hoy todo será diferente.

Y bien distinto que fue. Los gustos comenzaron a separarnos y yo la echaba de menos. Todo por culpa de aquellas pequeñas prominencias que la distanciaron de mí.

¿Porqué llevas ese alfiler tan grande, Pedro?

Mis padres y los de Sara me observaban mientras yo bajaba las escaleras. Tenían todos un aspecto tan sobrio que daba miedo.

Naza 23/06/06

La quiosquera. De Chajaira

Quiero dedicarlo a los Castelloneses que me abrieron esta puerta aunque el pago fuera un barril de cerveza bien fría

Ramón, partía por primera vez a Escocia. Quería salir de la ciudad después de la diatriba a la que fue expuesto durante años tanto por su entorno familiar como por sus compañeros de trabajo.
Sólo le quedaba una joven amiga, una quiosquera de su manzana donde compraba el diario, siempre le sonreía cada mañana y le regalaba un caramelo mentolado. –Para refrescar su mañana- le decía, con ese característico acento británico.
Estaba dispuesto acabar con todo, desaparecería de allí aunque no sabía donde. Era su último periódico y seguramente la última vez que vería a Victoria. Casi como un impulso le preguntó –Disculpe, ¿su acento es inglés?No, respondió ella, escocés.
Creo que me marcharé a su país señorita— su mundo iba a cambiar.
Ella sacó algo que tenía dentro de su sujetador introduciendo su mano por la blusa. Era un alfiler plateado con la cabeza de un caballo celta, "le dará suerte", pronunció esta frase sin quitarle la mirada.
Agradeció el detalle con un beso en su mejilla y partió.

Aquel pequeño hotelito sobrio, de madera y decoración cutre con olor a humedad, estaba anclado en una nava, junto a un lago de agua dulce que parecía un gran estanque rellenado por los arroyuelos que bajaban por las colinas.
Una tarde, después de repasar sin éxito los anuncios de ofertas de trabajo, decidió dar un paseo por el lugar, un tanto irresistible y tenebroso a la vez, pero sin duda, hermoso. Un lugar de olores a musgo y sonido de ranas.

Se sorprendió y medio se asustó cuando al intentar sobrepasar por encima de los pedregales un pequeño riachuelo, salió de los helechos una hermosa mujer de cabellera inmensa y blanca, cubierta por un manto de seda verde que cubría sus pies y ocultaba su silueta. Lo sedujo sólo con la mirada, palpando su rostro. Y sin apenas darse cuenta estaba bailando con ella sobre las aguas.

Ramón pasó así a la vida eterna, tras el beso de una diosa de las aguas, La Glaistig, vampira con cuerpo de cabra, que acecha en las orillas en busca de su sustento. Pero antes de desfallecer recordó el alfiler que introdujo a través de aquellos vaporosos ropajes, comprendió entonces que su lugar estaba tras un montón de periódicos en la Plaza María Agustina de Castellón.

Chajaira 23/06/06

En penumbras. De Crayola

Ahí quedaron las copas. Dos. Con el cristal aun empañado por la espera. Se aburrieron. Se hastiaron. Se quedaron aguantando las ganas. La humedad nos las tocó. Ahí también quedó la botella. Aguardando paciente el contenido de su barriga. Reposando el dulce licor que altera los sentidos. Todo estaba perfecto. La luz sin alumbrar demasiado. Las sombras apenas oscureciendo los ángulos. Los destellos rasgando a contraluz como finos alfileres. No había de más. No faltaba nada. Allí se quedó ella. Esperando entre los espectros de las dudas. Solo se escuchaba la diatriba que profanaba el silencio. El tedioso silencio que la ahogaba. La sobriedad de la escena que la burlaba. Gritaba callada. Gritaba con los ojos. Y su corazón se partía en pedazos con la presión del sujetador. Miró el cuadro de su ventana. Miró el gris del cielo. Con la mirada morbosa, ella se tumbo en el sofá. Sonreía. Se carcajeaba de sí misma. De su estúpida credulidad. De su eterna paciencia fingida. Ahí en penumbras, ella palpaba los deseos sepultados en olvidadas navas. Fisgoneaba en su conciencia buscando rastros de dignidad. El telón bajó. El acto quedó sin continuar. Hacían falta dos. Solo estaba ella.

Crayola 23/06/06

Los cuatro psicodélicos. De Mon

En memoria de Trainspotting y de unos amigos.
A veces la psychodelia los tenía confundidos.
Yo estoy aquí.

Renton, Angie, Begbie y Spud

Maldita sea Spud, apaga esa puta música (los machaca calabazas), tengo un frío del demonio y la furcia de tu hermana no para de follar con Renton, por si fuera poco el jodido frío no me deja ni pincharme, haz algo joder, mírala, no se ha quitado ni el sujetador y la chuta aun le cuelga del brazo. Mierda.

Bahh —Spud ni se mueve, está tan colocado que solo puede concentrarse en un vaivén de colores orgásmicos que le recuerdan su primera paja, también tiene frío pero prefiere no moverse para notarlo menos. Mira la aguja manchada de sangre y le recuerda a su madre cuando tejía con un alfiler los calcetines de su primo que se marchó a la guerra de Vietnam para volver colgado como una mula, sin piernas y cantando canciones de los Rolings...

Si, si, Dios..Begbie, es el mejor polvo de mi vida, aun así no es ni comparable con un buen viaje, aparta que pesas un huevo, siempre te duermes cuando no estas sobrio.

Spud, grita: “Angie…, vamos a casa de La Madre Superiora (le llaman así porque nunca dejó el hábito, jajaja) estamos tiesos, llega el fin de semana y puede que se marche a las navas de Glasgow a ver pasar el puto tren. Esta colgado”.

Un día de estos dejaran en la calle a los cuatro psicodélicos, la casa esta cada vez más sucia, las paredes llenas de pintadas contra el dueño de la casa. “Por esta bazofia de casa y lo que nos sangra, qué más quiere”, babea Renton, que acaba de despertar con las piernas aun pegajosas por la marcha atrás.

Puag, Renton, la próxima lo haces en mi boca, mira como te has puesto. Date aire antes que el dueño formule una diatriba, debemos estar de vuelta con la pasta. Jamás permitiré que vendas tu culo al gordo del videoclub, qué asco pensar que luego le saco 20 dólares por vaciarlo un poco más. Maldito Hijo de Puta.

Salen dando tumbos y entre risas desencajadas corren escalera abajo, es hora de hacer crujir la madera de los escalones, ir a casa, tomar algo caliente, una ducha y mañana al cole, hay examen de selectividad.

Spud no te olvides la corbata, tus padres se enojaran.

Mon 22/06/06

Tema 1. De Locomotoro

"Queridos alumnos... No, no es un buen comienzo, ¿queridos alumnos? Os doy la bienvenida al cursillo de... Tampoco, qué chorradas son esas de bienvenida... además, todo el mundo sabe de qué es el cursillo. Y este dolor de cabeza que me pincha como si me estuvieran metiendo un alfiler en las sienes. Como alguno se me ponga chulo se va a enterar, me va a copiar todas las charlas de Ingres a sus discípulos unas quinientas veces. No... que yo, a buenas lo que quieran, pero cuando se me ponen tontos... una buena diatriba y en marcha." Todas estas meditaciones pasaban por su cabeza mientras hacía tiempo para entrar en la sala. Aún no había llegado nadie... pero tampoco quería entrar allí solo. Luego se le harían las horas eternas.
Abrió la botella de Remy Martin y se sirvió una copa. El frío hizo que se entumecieran sus dedos, pero sólo fue consciente de ello cuando distraídamente tomó un lápiz e inició unos primeros trazos.
Las fangosas navas que había en su mente, no le dejaban pensar con claridad, pero no le importaba... sólo trazaba, lo que fuera.
Los hielos se fueron consumiendo haciendo el licor más voluminoso en la copa. Al final, sin saber porqué, se levantó y dirigió sus pasos hacia la sala.
Era un lugar sobrio, lleno de luz, caballetes, sillas y figuras desordenadas. Se sentó ante uno de los caballetes y mientras trazaba al discóbolo en un amplio papel continuó dándole vueltas.

Me llamo An.... — Bueno, y qué coño les importará cómo me llamo.
Cuando comencé...— Ala, otra gilipollez.

Y continuó dibujando sin pensar demasiado. Estaba dando los últimos retoques cuando oyó un ruido como el que hacen los ganchitos de los sujetadores, pero pensó que sería algún ruido de la calle. Finalmente paró el agitar de trazos, ante el discóbolo que parecía vivo ante sus ojos.
Alguien detrás de él se atrevió a palpar su hombro, y entonces se giró asustado. Ante su sorpresa, estaba rodeado por un grupito de jóvenes que estaban contemplando su trabajo.
Entonces, se vio a si mismo en otra escuela, más joven y más tonto y vomitó lo primero que pasó por su cabeza.

Está bien, comencemos, saquen sus lápices y siéntense al lado mío. Esto es muy sencillo, pero vamos a ver de qué madera están hechos.

Locomotoro 22/06/06

¡AY, AMPARO! De Aquarella

¡Hoy entra oficialmente el verano! — Lo dicen con tono alegre en la radio, como si fuese una novedad. ¿Qué llega hoy? Hace más de quince días que se nos ha caído encima y nos está aplastando.

¡Qué calor! Ni siquiera son las ocho y los termómetros andan ya con el mercurio marcando valores superiores a los que puede soportar el ser humano, como sigamos así no voy a durar ni dos telediarios. Soy de Burgos pero vivo en Almería... no se puede doblar así el mapa, el cuerpo no está acostumbrado y se resiente. Otra noche sin dormir por culpa del calor y paso de la diatriba publicitaria contra los aires acondicionados y me instalo uno en casa. Bueno, seré sincero, además del calor la culpa de mi insomnio la tiene Amparo... metro y medio de sensualidad que se pasea por la oficina con una forma de moverse que nos tiene a todos descolocados. ¡Pero qué buena está Amparo!

Ahora que no nos oye nadie os diré algo, la única ventaja que tiene venir a trabajar es el aire acondicionado, así que hoy he venido pronto – más de treinta minutos antes de la hora de entrada – para estar fresquito y descansar un poco; ya sabéis, la típica “siesta de después del desayuno”... menudo invento, cuando lo descubran los japoneses seguro que lo patentan. Qué raro, alguien ha llegado antes que yo… encuentro en mi mesa una nota “El alfiler que sujeta este papel estaba antes en mi blusa, sigue las pistas y encontrarás un regalo” ¡No me lo puedo creer! ¡Es la letra de Amparo!

Estoy sobrio ¿verdad? – Me lo pregunto a mí mismo porque empiezo a dudarlo. Me siento como el personaje del cuento buscando las migas de pan para encontrar el camino pero ¡Ay de mí! A Garbancito no le pasaban estas cosas, la siguiente pista con la que tropiezo es un sujetador negro que hace que mi tensión arterial se dispare. La imaginación se desata y ya pienso en palpar esa parte de su anatomía que ahora mismo carece de sujeción... Un grito me sobresalta

¡Rigoberto Nava Palacios! ¿Se puede saber qué coño haces durmiendo en mi mesa?

¿Eh? Durmiendo... tu mesa... Amparo... — Incapaz de articular palabra, balbuceo una ridícula disculpa mientras mi encogido ego y yo huimos de su mirada – Si cuando yo digo que este calor me está matando...

Aquarella 22/06/06

La mala fortuna. De Monelle

El sudor resbalaba por su rostro proporcionándole una falsa sensación de frescor; cargaba sobre la espalda el fruto de la jornada. Se detuvo unos instantes para sentarse bajo un olivo. Registró sus bolsillos confiando en que tal vez algún mendrugo de pan hubiese resbalado hasta allí, pero no halló nada. Desprendió del sujetador la bota de vino, y la estrujó sobre su boca, apenas un par de gotas cayeron, había bebido más de la cuenta. No alcanzaba a comprender el porqué de su agotamiento, el día no había sido más duro que los anteriores; le echó la culpa al calor, aunque distaba mucho de hallarse sobrio.
El cielo soleado se había transformado; la sombra de unas nubes, inusualmente oscuras, presagiaba una torrencial lluvia que podía dificultar su paso por la nava. Aceleró el ritmo al sentir la primera gota; pensó dejar su carga en algún recoveco de la montaña, de esa forma llegaría antes a su hogar; el aguacero hacía impracticable algunos tramos de la senda. Tomó el saco portador de su sustento, y cuando se disponía a dejarlo bajo una roca, vio algo brillante que asomaba por entre la tierra mojada, justo al borde del precipicio.

-¡Maldita sea! Tenía que estar precisamente ahí. ¿Es que nada me va a salir bien hoy?

Con esta diatriba, pegó un salto para alcanzar un punto más próximo desde el cuál averiguar de qué se trataba. Se agachó palpando con fuerza por entre el fango, y lo prendió.

- ¡Ah! –Gritó mientras comprobaba qué le había causado tanto mal.

La sangre mezclada con el agua que caía apenas si dejaba ver aquel alfiler que semejaba de oro.

-¡Qué bello es!

Pudo comprobar que se trataba de una verdadera joya. De la herida continuaba manando sangre, pero no le importaba. Se sentía demasiado atrapado por el brillo áureo. No contento con su hallazgo, pensó que algo tan hermoso no podía estar sólo. El torrente había continuado su camino destructor lo que hacía peligrosa la estabilidad del terreno. Retornó la vista y el corazón le dio un vuelco. La fuerza del agua arrastraba oro, plata y piedras preciosas hasta el desfiladero.
Se sentía torpe, pesado. Aún así saltó. La fuerza del impulso y lo endeble del terreno hicieron el resto. Las gotas de lluvia resbalaron por su rostro que descansaba al fin.

CRSignes 20/06/06

La chica de mi vida. De Suprunaman

Después de la diatriba en el casino, Rick salió de la sala de juegos escoltado por dos vigilantes que lo cogían por los brazos.
En el aparcamiento restaba su Mustang de color rojo fuego. No estaba demasiado sobrio, pero de igual modo se dirigió a casa de Mad.
Mad vivía en las afueras, en una casa rodeada de navas, un lugar donde sus matones eran jueces y verdugos.
Ya estaba cerca, así que apagó las luces del flamante Mustang y se acercó algunos metros más. Palpó bajo del asiento y sacó su revolver.
Uno hacía guardia en la entrada. Rick se abalanzó sobre él, un golpe con la culata dejó al vigilante sin sentido.
El chirriar de la puerta alertó a Mad que salió al pasillo. Fue entonces que se encontró con el cañón de Rick en la frente. Lentamente empezó a retroceder hasta la estancia.

Tranquilo Rick, dime, ¿que es lo que quieres, dinero?— y metiéndose la mano en el bolsillo sacó un buen fajo de billetes.
No quiero tu asqueroso dinero, he venido a por Wonderly.
¿Wonderly?, no está aquí.
Dile que salga, se que está detrás de la cortina, desde aquí le puedo ver sus zapatos.
Wonderly, sal.

Wonderly salió de su escondite metiéndose la mano en el sujetador, sacó una pequeña pistola y apuntó a Rick.

No lo harás Wonderly, tira el arma— dijo Rick — Déjame en paz. Eres un fracasado. — Rick prosiguió —¿No te acuerdas de nuestros sueños?, París, abandonar este asqueroso país...

Aprovechando su estado melancólico, Mad se echó encima de Rick, ambos forcejearon con el arma hasta que se les escapó de las manos; frente a frente empezaron una pelea. Rick mareado por su estado etílico lanzaba los puños al aire. Como si de un alfiler se tratara, Rick notó un pinchazo en la nuca y cayó al suelo.

Bien hecho Calatraba, borracho como estaba y casi no puedo con él, menuda mole. Deshazte de él.
No Mad, por favor, ya me tienes a mi que es lo que querías, —dijo Wonderly, —haré lo que tu quieras, pero no lo mates.

Al despertar, Rick estaba atado de pies y manos, Wonderly lloriqueaba frente a él.

¿Por qué lloras preciosa? ¿No tienes lo que querías?
No —dijo ella. —Lo que quiero es a ti.
Pues desátame y seamos felices para siempre.

Suprunaman 20/06/06

Palabras para el "contemos cuentos 10"

El tiempo pasa rápido y más cuando uno se divierte, a punto como estamos ahora (vamos por el juego 89), de llegar al 100, el contemos cuentos 10 llegó con nuevas incorporaciones y las misma ganas que aún seguimos teniendo.
Las palabras seleccionadas para el mismo fueron:

ALFILER

DIATRIBA

NAVA

PALPAR

SOBRIO

SUJETADOR

Y por si alguien aún le quedaban dudas sobre nuestros gustos por los temas fantásticos, para la segunda semana nos pusimos la obligación de intentar escribir una historia de TERROR.

Por un puñado de silicona en el cerebro. De Mon

Dedicada a Merce, la niña más tonta del mundo. (Con cariño)

¡Menuda cuadrilla de anormales! ¡Habráse visto lolailos semejantes! Siempre me ocurre lo mismo, desde que me operé del pecho y me puse una cien tengo que aguantar todo tipo de chabacanerías de los malditos guripas de andamio. En una nueva vida seré hombre o me pondré una talla menos - maldijo Merce.
Merce era una niña tonta que vivía en Barcelona, sus padres regentaban un afamado local donde la restauración se convertía en un arte. Ella nunca había sido un cerebrito precisamente, pero la insistencia de sus padres y los exámenes a golpe de colegio de elite, convirtieron a la adolescente en una niña creída y prepotente, casi imposible de aguantar.
Un día de verano se dirigía hacia el restaurante a flamear flanes de flores (la especialidad) cuando percibió que algo vibraba cerca de su entrepierna. — “¡Por favor, que ajustados son estos jeans de diseño, no puedo sacar el móvil del bolsillo!” tan fuerte fue el tirón que dio que el teléfono, describiendo un arco perfecto de 180 grados, fue a parar al suelo de las ramblas en el preciso instante que un mensajero lo dejaba hecho un churro con la rueda trasera de su moto.

Quiero llorar, farfulló la tontuela, necesito una cabina telefónica.

Ya dentro de lo que ella denominaba zulo claustrofóbico descolgó el auricular y marcó con sus dedos de manicura el número del restaurante.

Papa, no puedo ir a trabajar, necesito comprarme un móvil y tengo la tarjeta agotada, paso por ahí y me das 200 euros, porfa.

El padre ya acostumbrado a estos lances y domado cual manso corderil, gira la cabeza, llama a Mari (su mujer) y dice: “La mona aunque se cambie las tetas, mona se queda”, él saca la cartera, cuelga el teléfono mientras Merce cierra la cabina y mira por encima del hombro una vez más, convencida quizá de ser la mejor persona del mundo.

Mon 15/06/2006

La vieja cabina. De Crayola

Año 2050. El tiempo ya no es aquel de antaño. Aquel que recorría lento los senderos de la vida. La vida ya no es la misma. Todo parece ahora desplazarse sin sentido. La velocidad tomó posesión hasta de los más mínimos pensamientos.

Los autos vuelan con un nuevo sistema de propulsión. La comunicación se da mediante holográficas imágenes. La música es distinta. Ya no son aquellas pequeñas notas saltando rítmicamente en un pentagrama y produciendo bellas melodías. Ahora son solo sonidos acústicos que penetran y flamean directamente al cerebro y simulan una sonoridad.

El uso de teléfonos quedó descontinuado. Ahora las personas utilizan la telepatía para hablarse a distancia. Es una técnica un tanto compleja, pero para aquellos que se les complica, ya está disponible un casco especializado en estimular las ondas eléctricas cerebrales y así lograr la telepática comunicación.

Pero hay todavía en una vieja calle de mi barrio, una cabina de teléfono. Está roja desteñida. Milagrosamente los cristales han sobrevivido a la cuadrilla de lolailos que rondan las esquinas. Recuerdo tanto ese lugar. Siempre esperaba una llamada. Y aunque tenía teléfono en casa, me gustaba escaparme de la mirada atenta de mi madre para poder hablar con aquel que había robado mi corazón.

Escuché que remodelaran el vecindario. Seguro destruirán la vieja cabina. Y ahí, se quedaran para siempre enterrados en un zulo, todos mis recuerdos, todas aquellas conversaciones y suspiros que aun pendían de esos vidrios. Un nuevo arco vendrá a coronar los restos de aquella voz que tanto amé.

Crayola 14/06/06

La decisión. De Naza

Aquel teléfono no dejaba de sonar. Aquel autobús no terminaba de llegar. La lluvia seguía mojándolo todo y él quería llegar al zulo donde vivía, finiquitar este día que no tuvo que haber nacido. Se preguntaba el por qué tenía que ser él quién estuviera aún en la calle. Las luces de las viviendas desprendían el calor del hogar que tanto añoraba desde que ella se fue.

El teléfono paraba solo el tiempo necesario para tomar aire y comenzar de nuevo ese sonido monótono e imperturbable. Por la esquina de la calle trece, bajo aquel arco romano, no aparecía aquel maldito autobús. La lluvia ladeada lo tenía calado hasta los huesos. Instintivamente se refugió en el interior de la cabina; por la lluvia, por el ruido, por la curiosidad.

- Jaime ¿cómo estás? —una voz femenina le había identificado.
- Disculpe, esto es un teléfono público. Usted ha llamado a una cabina.
- Lo sé, te estoy viendo y no me he equivocado.

Instintivamente Jaime sacó la cabeza del habitáculo donde se encontraba y ojeó el edificio que tenía enfrente, un lujoso hotel decimonónico, refugio de primeras espadas del toreo, mientras el resto de la cuadrilla mal dormían en pensiones de mala muerte, victimas de las redadas nocturnas de guripas que buscaban entradas a cambio de impunidad.

Las banderas flameaban mecidas por un frío viento, era lo único con vida aquella gélida noche.

Jaime regresó a la cálida cabina.

- ¿Quién eres? —Preguntó sorprendido
- ¿Tan pronto pasa el tiempo para ti, que ya te olvidaste de mí?
- El tiempo para mí se detuvo un día de primavera.
- Lo sé Jaime, aquel primero de junio. Ya me lo has contado otras muchas veces.
- ¿Te decides a subir hoy?
- No puedo, llega mi autobús

El conductor del autobús no vio a nadie en la parada, pero como todas las noches él estaba en el interior de la cabina telefónica. -¿Subirá hoy? El autobús hizo el trayecto de la calle trece despacio, muy despacio. Sólo necesitaba el chofer una señal de aquel tipo y detendría el autobús.

Jaime vio desaparecer el autobús al final de la calle.

- Entonces, ¿subes? —Le preguntó la voz
- Yo, —balbuceó Jaime — no puedo hacerle esto.
- Jaime, ven conmigo, sólo tienes que subir a la azotea del hotel.

Jaime de nuevo sacó la cabeza y miró al negro cielo.

Una joven hacía malabarismo sobre una cornisa resbaladiza.

Naza 14/06/06

Vilarrubia del Concejo. De Monelle

A Vilarrubia del Concejo nunca llegaba nada: el panadero decía que el camino era tan largo que el pan se le endurecía; el butanero que en aquel zulo, el color naranja, estaba mal visto; el repartidor de la prensa que, cuando llegaba, las noticias ya habían caducado; los vendedores ambulantes que... ¿Vila... qué?; tan sólo el cura, por aquello de no perder feligreses, y en alguna ocasión el médico, tenían a bien acercarse. A Vilarrubia del Concejo no llegaban ni los rumores. A Vilarrubia del Concejo, pequeño pueblo de la sierra rodeado de bosques, situado en el valle más profundo de la región, no le faltaba de nada. Casi treinta vecinos que disfrutaban: del agua abundante proveniente del deshielo; de siembras y de animales con los que alimentarse; de paz y sosiego; de cordialidad y armonía. A los de Vilarrubia del Concejo les sobraba todo.
Cierto día descubrieron que, durante la noche, alguien había instalado en la plaza del pueblo una cabina telefónica. Junto a ella, una furgoneta y unos cuantos trabajadores que, apoyados en los arcos de la iglesia, parecía que aguardaban a alguien.

-¿El alcalde?

Un operario embutido dentro de un mono rojo, extendía un papel con una mano, mientras que con la otra sostenía una pluma.

-Disculpen que insista pero, por favor, ¿el alcalde?

De un salto, Gerardo, aún impresionado se adelantó.

-He de suponer que es usted el responsable de esta Villa. Encantado. Federico Gómez Ruiz, para servirle. Disculpe que no me entretenga más, pero urge que me firme este contrato, mi cuadrilla y yo estamos agotados y aún tenemos que acercarnos a cuatro localidades más antes de terminar el trabajo. Firme aquí.

Miró la cabina y firmó el documento.

-Muchas gracias y que la disfruten.

Subieron a la furgoneta y se marcharon. Gerardo, después de leer el contrato, comenzó a reír.

-Cuando pille al guripa que ha traído la cabina al pueblo, me va a oír.

Vilarrubia del Concejo nunca recibirá la visita del panadero, el butanero se negará a hacer el reparto, los vendedores ambulantes la seguirán ignorando, nunca estarán al corriente de las últimas noticias, pero no les importa. Tienen de todo, incluso cabina telefónica. Aunque, para ser sinceros, nunca la han llegado a estrenar, por que a Vilarrubia del Concejo no le hace falta para nada.

Monelle/CRSignes 130606

La cabina de Loli. De Aquarella

En un pueblo como éste la vida se ralentiza en invierno, se escapa del frío y huye a la ciudad para volver solamente en verano. Precisamente fue un verano de hace muchos, muchísimos años, cuando la Loli llegó a nuestras vidas. Plantó su cuartel general al lado de la única cabina que había entonces: Una silla plegable y una pequeña sombrilla era lo único que necesitaba para revolucionarlo todo. Haciendo gala de su descaro empezó a exhibir lo que vendía, un cuerpo joven que hacía flamear las miradas de los paisanos y provocaba la indignación de sus mujeres

¡Pero dónde se ha visto algo así! ¡Qué vergüenza!
¡Quita esa cara de bobalicón y cierra la boca, que se está cayendo la baba!

En poco tiempo la cabina se convirtió en el punto de encuentro de los hombres, no sólo del pueblo sino también de los alrededores, y por supuesto de la cuadrilla que formábamos la peña de los destartalados. Para una pandilla de adolescentes con las hormonas aceleradas, cualquier excusa era buena para ir a echarle un vistazo a la Loli... un vistazo y lo que se dejara, claro. De poco servían las reprimendas de las madres para que no nos acercáramos a ella, nos pasábamos broncas y consejos por el arco del triunfo y ella agradecía el interés bromeando con nosotros

Como sigáis mirándome así voy a tener que cobraros – y se echaba a reír con una risa juguetona y provocativa.

Entre las cosas que nos enseño, que fueron muchas, estaba la del ahorro. Consiguió que durante meses guardáramos nuestra miserable paga semanal para poder utilizar sus servicios. Fue en un mes de agosto, durante las fiestas, cuando por fin pudimos invitarla a nuestro zulo, el cuchitril en el que nos reuníamos y en el que – como ella decía – nos hizo hombres a todos.

Pero lo bueno se acaba. El verano siguiente apareció en el pueblo un guripa impresentable, un macarra con pinta de lolailo que supo engatusarla y nos la robó. Se llevó a nuestra chica dejándonos huérfanos de amor... y de consejos prácticos. Entonces nos pareció una tragedia que ahora, entre risas y cervezas, recordamos con cierta nostalgia. Han pasado muchos, muchísimo años, pero todavía hoy — cuando volvemos al pueblo en verano — seguimos quedando en la cabina de la Loli.

Aquarella 13/06/06

La cabina de Panchamon. De Suprunaman

Panchamon era un país muy amplio, kilómetros y kilómetros de extensión, pero tenía el problema que era muy estrecho, tanto, que las vacas, por poner un ejemplo, se mantenían con dos patas, o bien las derechas o bien las izquierdas.
Los panchamones, que así se llamaban los pobladores de este país, habitaban en una extensión de tierra que formaba un arco. Allí, el concejal de urbanismo consideró que debía colocar la cabina telefónica y alrededor todos los edificios de organismos públicos. Primeramente ubicaron la cabina y al ir a construir el resto de edificios se dieron cuenta que no cabían, así que se fueron a vivir todos en la diminuta cabina.
Mil panchamones en la cabina, se organizaban estratégicamente para no molestarse los unos a los otros.
El sr. Hole, fue el primero que entró en la cabina en sus tiempos de mozo, era un guripa. 90 años después, se encontraba refunfuñando en el fondo de aquel lugar que se le antojaba un zulo.
Llegaron las fiestas nacionales y los jóvenes decidieron montar un partido de fútbol, y a todos les pareció buena idea. La cuadrilla de futbolistas se encasquetó el equipaje de la selección, pantalones de boca de campana y camisetas con volantes, parecían unos lolailos.
El arbitro silbo el inicio del partido, a los dos minutos pitó falta, - si no lo he “tocao”, decía el jugador mientras era amonestado.
El alcalde estaba nervioso por la actuación del colegiado, - ¡ponte gafas!, le gritaba chupando su puro. La vieja doña Engracia que estaba sentada a su lado daba cabezadas, el alcalde en un momento de arrebato se acercó efusivamente a la vieja, y con el puro flameó el plateado cabello de doña Engracia.
Todo el mundo empezó a abuchear al árbitro, y el señor Hole, como pudo se metió la mano en el bolsillo y sacó un encendedor, - ¡ahora verás!, y lanzó el encendedor hacia el colegiado. Éste que estaba ojo avizor hizo un quiebro y lo esquivó. El objeto fue a impactar en el cristal de la cabina que se hizo añicos. El aire entro en el recinto; con la presión la cabina se fue al suelo, y se tuvo que suspender el partido.
Fue entonces que el concejal de urbanismo le dijo al alcalde: - Creo que deberíamos hacer la cabina más grande.

Suprunaman 13/06/06

Fiesta de cumpleaños. De Suprunaman

Me aburren los cumpleaños, siempre son iguales, besos y más besos, buena cara y pastelitos de fresa para toda la cuadrilla.
Este año iba a ser un año especial, la mayoría de edad estaba a la vuelta de la esquina y para celebrarlo papá me había preparado una fiesta por todo lo alto.
Vinieron mis tíos sicilianos, mis primos y algún amigo más, prácticamente la mafia de todo el mundo se encontraba allí, en mi casa.
A mi primo Beni le gustaba dar la nota, este año cantó el feliz cumpleaños vestido de lolailo mientras la tarta se flameaba, lo cierto es que más bien parecía “el coloso en llamas”. La gente estaba feliz, cantaban y aplaudían.
Antoine era el más refinado de mis primos, había estudiado en Oxford, era todo un atleta, campeón de arco en la universidad, esta cualidad le serviría para mucho en el futuro, indudablemente.
Mis primos favoritos, Beni y Antoine. Este año habían sido muy guripas y en secreto habían preparado el mejor regalo que yo podía imaginar.
Estaban todos bailando canciones de la Década Prodigiosa, fue el momento que ellos escogieron para darme su regalo.
Recorrimos prácticamente toda la casa, como si fuera un gincama. Al llegar al sótano me mostraron una puerta, y cual fue mi sorpresa que al abrirla, en aquel zulo encontré a Mateo Garramiola, el chico más guapo del instituto, atado y amordazado y sería mío para siempre. Gracias primos.
Mi nombre es Mafalda Aquarela, acabo de cumplir 18 años, hoy es mi cumpleaños y soy la chica mafiosa más feliz del mundo.

Suprunaman 12/06/06

¿Diferente? De Chajaira

Mi amiga Bárbara era algo loquita, no porque fuera una lolailo disparatada a la que le encanta bailar en el comedor de la facultad con su mp3 colgado al cuello siempre, aunque ahora parece estar más tranquila desde que ha descubierto la música “chill-out” . Todos la suelen mirar como un bicho raro. Lo de siempre, cuando alguien tiene la suficiente personalidad como para ser diferente es rechazada. Incluso yo misma me he ocultado de ella cuando estoy hablando con algún chico que me parece interesante, como verán, yo tampoco tengo personalidad.

Me extrañó que ayer no apareciera a las clases, la busqué en el zulo que utiliza para “desmemoriarse” –eso dice- limpiar su mente de impurezas saboreando su plátano flameado con el mejor coñac de su padre, pero no la encontré. También la busqué en la Atalaya, pregunté a la cuadrilla de jinetes si la habían visto con su caballo y nada. Empecé a preocuparme.

A media tarde ya me había olvidado de ella, me puse el chándal y me fui al gimnasio del campus como todos los viernes, me sorprendió ver aquel gentío y el resplandor de las sirenas de ambulancias y coches policías. Cuando logré hacerme paso entre la gente, estaba allí, colgada del arco de la puerta principal, con los auriculares puestos y la sonrisa amplia y un folio blanco colgado en el pecho que decía: “No soy tan original he acabado como los grandes”

Mirando su cara amoratada por la asfixia no me vino otra cosa a la cabeza más que lo que me solía decir cuando la veía sola y me acercaba a darle una bolita del chocolate que solía comprar en el descanso – Guripa, eres mi trocito de golosina más preciada.

Está claro, no tengo personalidad.

Chajaira 09/06/06

Sombra. De Crayola

Ahí debe estar. En el callejón. Cubierta de penumbra, cubierta de polvo cansado. Ahí tras la figura poderosa de ese caballo, que resignado espera paciente a su amo mientras imagina que se aleja de ese zulo y trota libre por las praderas. En esa pequeña calle vagaba sin rumbos. Topándose con esos muros desquebrajados por el tiempo. Ahí perdí mi sombra, entre tantas otras sombras. Ahí se colgó un día de ese balcón, cuando era mi cómplice, cuando juntas esperábamos la cuadrilla de lolailos y nos escapábamos para ir detrás de amoríos efímeros. En ese pasadizo se me fue la vida esperando aquel guripa que me robó la razón. Mis sentidos flamearon y ese episodio dio paso a la locura. Soy un alma sin sombra. Sigo buscando en cada ladrillo un rastro mío. En ese paso estrecho donde las paredes parecen caerme encima y aplastarme, desaparecerme en la oscuridad de sus ruinas. Tal vez sería lo mejor, desaparecer como el sol al caer la noche. Dejarse caer como esas tejas viejas que se sujetan tímidamente de los techos sombríos. Aquí quisiera dejar de existir. En este sitio donde perdí mi sombra. Sin ella, no puedo seguir. Bajo el arco de la desesperanza solo morir. Mi añorada calle recordará mis pasos, mi andar.

Crayola 09/06/06

Beso lunar. De Crayola

Una noche profunda ataviada de negro, adornada con arcos de estrellas. Una noche íntima que guardaba en un zulo los secretos de las hadas y los cuentos de príncipes. Una noche donde solo bastaba un cielo, una arboleda, un paraje, tú y yo. Protagonistas de una mágica entrega. Una invitación a mirar de cerca el firmamento. En silencio y con miradas de complicidad caminamos tomados de la mano hasta el lugar. Al llegar, un concierto nocturno fue el preámbulo para los nuevos abrazos y los conocidos besos. Ahí, despojados de las prendas que flameaban en nuestros cuerpos, dimos paso al deseo y una inmensa pasión que nos embriagó. No hizo falta una gran cama vestida de seda, si al mismo tiempo la brisa noctámbula nos arropaba. No hizo falta la luz de las velas, si cada lucero alumbraba nuestras sombras entrelazadas. Una cuadrilla de luciérnagas ofrecía sus faros de luz trémula. Hojarasca crujía con el vaivén del ritmo del amor. Gotas de rocío confundidas con el sudor de la piel. Ahí, surgíamos como lolailos danzarines del crepúsculo bailando alrededor una fogata imaginaria. No hubo guripas, ni entrometidos, ni celestinos, solo tu carnal deseo convirtiéndose en mas que amor. Solo mi inocencia alborotada, aprendiendo a amar y a vestirse de caricias. Esa noche tan especial, la luna también me besó.

Crayola 08/06/06

Una vida por doscientos dólares. De Mon

Dejó doscientos dólares sobre la mesilla de noche, apagó la última vela al tiempo que ajustaba la corbata de tela italiana sobre su cuello, dos vaivenes a izquierda y derecha y esa acción propia de un “pater” parecía perdonar la atrocidad que acababa de cometer.
Veruca era una puta más, pero no una puta cualquiera, solo se dejaba acompañar por los caballeros más selectos y solventes. Hoy ha sido una noche fatídica, ya la advirtió Juan el lolailo, “llegará el día en que la avaricia te ajustará las cuentas”. Eran jóvenes, formaban una cuadrilla multicolor de chicos de barrio, hasta que los altos vuelos los separaron, Veruca tomó su camino, su triste camino.

La policía la encontró con la espalda arqueada y la cabeza vuelta hacia atrás con sus largos cabellos acariciando la moqueta de la suite, ¡vaya mierda! exclamó el inspector.
Ni sus padres fueron a ver flamear el hermoso cuerpo de Veruca, ¡qué hermosa fue! Ya nadie llora por ella, donde estarán esos guripas que dejo atrás, pegados a un libro o vete tu a saber dónde…

Los mármoles del campo santo comenzaban a oscurecer como el manto de tierra que iba cubriendo el zulo donde reposará por siempre este cuerpo usado como mercancía, como moneda de placer.
Hoy por primera vez alguien ha cambiado un puñado de billetes por unas hermosísimas flores y un par de poemas que no tardarán en hacerse hueco entre la tierra suelta y volteada del cementerio.

Cae la noche y ya no queda nadie.

Mon 07/06/2006

El primero fue en el año 1974. De Monelle

Por la mañana temprano, casi a la hora de entrar en clase, coincidí con Javier.
Tropezamos al girar por la Esquina de las Perdices. Por el suelo rodó el contenido de mi mochila que, de inmediato, recogí por vergüenza de que fuera descubierta mi caja de tampones. No llevaba bien aquello de la regla. Los cambios en mi cuerpo se habían acelerado y me molestaba ser la comidilla de los niños. Me intimidaba gastar talla de sujetador.
Fue tal la rapidez con la que lo recogí todo, que casi no veo a Javier que me tendía algo que parecía había dejado olvidado.
Alargué la mano y, sin detenerme, por el rabillo del ojo creí identificar la caja de tampones.
Con un movimiento rápido la arranqué de su mano.

¿No vas decirme nada?

Los colores encendieron mi rostro.

¡Ah! Sí... ¡Gracias!

Y aceleré el paso.

Detente niña.

Javier era tres años mayor que yo, de la cuadrilla de mi hermano, un chaval un tanto guripa.

Parece que no recuerdas lo que acordamos.

No entendía nada. Se acercó y, tomándome de la mano, me llevó hasta un banco de la Plaza del Arco, justo enfrente de la escuela. Ya el timbre de entrada sonaba y yo no quería hacer tarde.

¿No recuerdas cómo habíamos quedado?

Las pocas veces que intercambiamos palabras Javier y yo, fueron en la habitación de mi hermano, cuando venía con el resto de amigotes a escuchar música y jugar a las cartas, momento que aprovechaba siempre para colarme, aunque me echaran enseguida.

— Mira lo que te he dado y lo comprenderás. Creo que me lo merezco.

El rostro se me iluminó. ¡Vaya! Lo había conseguido, al fin tenía la cinta de casete de mi grupo preferido. Era cierto, Javier era tan lolailo como yo.
No pude reprimirme y le pagué con el gran beso acordado en la mejilla, que se convirtió por su pericia en mi primer beso en la boca, tan dulce y tierno que no lo olvidaré jamás.

Salí disparada hacia la entrada del colegio, que se me antojaba como la boca de un zulo horripilante después del beso, en donde ya el conserje, mientras izaba la bandera patria que flameaba al viento al son del himno nacional, me miraba disgustado.

Monelle/CRSignes 070606

Decadencia. (3ª Parte de Un cambio de hábitos) De Locomotoro

Una vez eliminado Mediometro, comprobé que no estaba tan acabado como yo creía. Todo había vuelto a una aparente normalidad. El Papi salía de nuevo a dar sus paseos, aunque se había vuelto un poco enmariconado. Todas las tardes se dedicaba a cuidar de unos rosales que tenía plantados en el jardín.
Medio pueblo abonaba aquellos enormes rosales... y no porque le ayudaban a ello... bueno, sí que lo hacían... pero ¿cómo decirlo? Desde abajo... como sin vida.
Aparte de los rosales del Papi, el barrio había caído en la decadencia absoluta. Los muchachos formaban ahora cuadrillas de lolailos inaguantables. Habían perdido respeto por los viejos valores, trabajaban de cualquier forma, por la espalda y a cuchillada trapera, sin tener ningún respeto por los clientes. Y no era de extrañar, el Papi era ahora un guripa acabado, enbebido todo el día por sus rosales, sin horizontes.
A los chicos les hacía falta un referente, y el Papi se había convertido en una mala influencia, así que me metí en su cuadrilla y comencé a enseñarles un poco de teoría. Inicialmente empecé con los pasos más sencillos. Disciplina y elegancia en el trabajo, cómo se hace el ala al sombrero... nada de ganchitos en las orejas ni tatuajes. Los chicos parecían muy atentos, ese cambio de vida parecía emocionarles. De esa manera, poco a poco fueron abandonando el zulo en el que estaban metidos.
Una tarde, decidí pasar a una clase práctica y me fui con los muchachos de visita jardinera al Papi.

Hola Papi— saludé.
Siempre con respeto a la clientela.— iba apostillando a los chavales.
Buenas tardes, hijo— Me respondió. — ¿Me echas una mano?
Por supuesto Papi— repliqué.
Siempre hay que atender las peticiones del cliente.
Le ayudaré a abonar.

Al Papi se le fueron las cataratas de golpe... o de bala, no podría confirmarlo.
Me giré hacia los muchachos; alguno de ellos tomaba apuntes.

Y por supuesto... el cliente siempre tiene razón— Apostillé.

Finalmente, y, tratándose del Papi... nos pasamos las normas por el arco y lo pusimos a flamear en plan vikingo junto con sus jodidos rosales.
Mis chicos aprendían deprisa, y yo tenía que ir pensando en convertirlos en hombres con futuro. Nuevos aires soplaban desde el norte. Tomé mi Veretta y me dediqué a limpiarle el óxido al suave sol del atardecer.

Locomotoro 06/06/06

Inesperado. De Suprunaman

Había cagado en un tiesto, tan guripa como era; únicamente esto había encontrado en aquel zulo al que llamaba casa.
Era un zurullo grande y hermoso, sin pensárselo metió las manos en el tiesto y empezó a amasar aquella boñiga. Primero hizo una pelotita, casi era redonda. De una de las estanterías sacó un tarro que contenía musgo, estaba recubierto por una gelatina viscosa, aquella planta resultaba milenaria. Hincó los dedos en la caca e hizo un surco, posteriormente escupió y la saliva resbaló por la pendiente que había realizado. Alzó el excremento a la luz de aquel sol que iluminaba el cubil, no estaba mal.
Pensó entonces que un lolailo que cantara por “soleares” le daría alegría y salero a aquella escultura y se afanó en crearlo, pero este se sentó a la sobra de unos hierbajos, se sentía solo, —ya lo tengo, le fabricaré una cuadrilla de gitanillos para que le hagan palmas— pensó, y así lo hizo; los dispuso alrededor de una hoguera flameante donde cantaron, comieron, bebieron y se regocijaron.
Pasaron siete días y aquel artista se cansó de ver el espectáculo de los “cantaores”, quería experimentar con otras materias, con otros sonidos… así que cogió la bola de mierda con una mano, hizo un arco de noventa grados y lanzó aquella esfera verde y azul a la que llamaba Tierra a un cubo, encima del recipiente cilíndrico, un cartel pegado y escrito con letras mayúsculas culminaba con la palabra ESPACIO.

Suprunaman 06/06/06

La casa de las imágenes. De Crayola

Paredes viejas y cansadas. Ladrillos guardando en su polvoriento rojo grandes secretos. Grietas ocultando voces insospechadas. Todo el lugar encierra el misterio del tiempo sobre el tiempo. El marco ideal para un nuevo refugio que sirve de escape a una cuadrilla de intelectuales, de locos creadores, y de musas perdidas. En ese mismo lugar, paseaba por largos pasillos coronados por grandes arcos con olor a pasado, con aroma a vida añeja. Un par de galerías con sus blancos paredones vestidos de cuadros del artista en turno. Las recorría despacio, en silencio, perdiéndome en cada pincelada. Después era escoger una mesita. Alejada del tráfico de lolailos y guripas que como yo, también buscaban huir del mundo de afuera. Un café me acompañaba en esas tardes. Un café negro con un pintadito de leche. Dos de azúcar. Una servilleta y un bolígrafo hacían de herramientas. Entre sorbo y sorbo de bebida, dejaba salir de mi mente lo que mi corazón sentía. Escribía palabras que sin ser poemas formaban frases únicas para él. En esa vieja casona, soñaba con sus ojos color miel, sus labios delineados y su bigote dorado. Ahí imaginaba las miles de escenas que podríamos vivir juntos. Ahora entiendo el nombre del lugar: “La casa de las imágenes”. Sí, así se formaban frente a mí todas las imágenes posibles del amor. Ahí flameaba con mi mente y mis hormonas la sensualidad y la sexualidad que despertaban en mí, cuando lo conocí a él. Un estanque con peces de colores. Un cantante narrando historias de hadas. Era un espacio donde el reloj sucumbía ante las sensaciones. Un día lo llevé a conocer el sitio. Lo invité a entrar en mi mundo. Fue como dejar salir de un zulo toda una vida. Le mostré mi interior. Mi verdad. Mi pasión. Estoy segura de que ahí nos enamoramos aún más. Entre símbolos. Entre su imagen y mi imagen.

Crayola 06/06/06

Palabras para el "Contemos cuentos 9"

En el plazo de quince días que duró este número 9, hicimos uso obligatorio en nuestras historias de las siguientes palabras:

ARCO

CUADRILLA

FLAMEAR

GURIPA

LOLAILO

ZULO

Para la segunda semana de la quincena, la propuesta consistió en centrar nuestros relatos en un espacio en concreto, o bueno, en sus alrededores, pero éste debía estar directamente relacionado con la historia, por lo tanto tomar un papel importante en la narración. Ese lugar fue.... ¡una cabina telefónica!

El gran golpe. De Naza

Los calamares son "preces". —El Bolo no daba más de sí. Entrecerró los ojos y entreabrió la boca, ese rictus lo tenía desde hacía quince años y así se quedó.
No digas tonterías, los calamares son cetáceos que viven en el mar de Abisinia.

Le respondió el Lalo que sufría dislexia por culpa de aquella tontería suya de aprenderse el contenido de una enciclopedia Álvarez en una noche.

Yo estoy convencido de que cuando demos el gran golpe, tú sabrás elegir la isla donde retirarnos a vivir como auténticos reyes. —Le decía el Bolo mientras apuraba la última calada de su porro.
Ya te digo, le tengo echado el ojo a una isla en la que estaremos como en el paraíso.

El Lalo se sentía halagado por los piropos que su compañero le propinaba todos los días.

¿Y cuando daremos ese palo que nos haga millonarios? —El Bolo no cerraba la boca pero cuando formuló la pregunta su mirada era maléfica.
Mañana, —dijo el Lalo mientras doblaba el periódico y lo ponía sobre la mesa — pero no se lo digas a nadie.
—No tronco, yo controlo. La primera vez que te vi me dije, “este tipo es legal”. Desde entonces no me separo de ti.
Sí, soy un tipo endiabladamente listo. Mañana te lo demostraré. Será un golpe limpio, sólo al alcance de una mente privilegiada como la mía.
¿Y cómo lo haremos?

Preguntaba a ráfagas, parecía una metralleta. El tonto estaba entusiasmado.

Mira el periódico. —El Lalo habló con la soberbia de un autentico malvado. Empleando una misma entonación el Bolo comenzó a decir.
“Vendedor de la ONCE del barrio de Capuchinos da su tercer premio gordo en un año. Los afortunados recibirán seiscientos mil euros cada uno.”… ¿Y? —EL Bolo no entendía.
Está clarísimo, lo secuestraremos y le forzaremos a que nos diga el número que va a salir. Si ha dado tres premios podrá dar un cuarto. —Dijo el jefe con autosuficiencia.
Ya, —respondió el otro, no muy convencido. —Tengo una pregunta, Lalo. ¿Cómo se llama esa isla paradisíaca donde nos iremos con los millones?
Isla Cristina. —Le susurró el capo.
¡Ah!

El Bolo por primera vez en mucho tiempo pudo cerrar la boca de la impresión.

Naza 04/06/06

Mediometro (2ª Parte Un cambio de hábitos). De Locomotoro

Después de aquello, decidí un cambio de aires. El marrón no me sentaba bien, así que me dirigí al pueblo de mi ex, que en paz descanse.
Pocos me conocían allí, aunque yo conocía a todos. Me presenté a Papi, que era como llamábamos al padrino. Se alegró mucho de verme, aunque estaba muy anciano y dudo que con esas endiabladas cataratas me reconociera, eso de llamarme mamá me pareció sospechoso.
Así que me puse a trabajar de nuevo. Me compré un traje nuevo y me crucé con Mediometro.
Mediometro no es que fuera enano, no... era el enterrador del pueblo. Dos metros por delante, culo estrecho y cara de gorila anormal. El caso es que Mediometro era vago para todo... incluso para enterrar. En cuanto había hecho medio metro... tiraba el fiambre. Las noches de lluvia intensa eran todo un espectáculo de Halloween y a la mañana siguiente, como si se tratara de un maleficio Mediometro tenía que volver a cavar. Todos queríamos mucho a Mediometro, había confianza con él y por aquello que el chico tuviera una agenda ordenada... antes de hacer un trabajo, los muchachos pedían hora.
Tenía sentido del humor. A veces, acompañaba al doctor con el metro en la mano en sus visitas al hospital. "Bromas de enterrador" decía.
El caso es que Papi, tenía a Mediometro entre catarata y catarata... y ya en su lecho de muerte, dijo a lo que pensaba era su madre:

Antes Mediometro que yo... pero sin preces—. El Papi sabía cómo halagar.

Un sábado le dije a Mediometro con aire de desdén.

Medio.... hazme un huequecito para mañana a eso de las tres.
¿Y la carne?— preguntó.
—La carne la llevaré yo— contesté.

A la mañana siguiente, Mediometro cavó, yo llevé al calamar, otro.... pringao, alguien tenía que tapar el agujero y a mi no me pagan para eso. Pero Mediometro no se lo imaginaba y el pobre se meó encima.
De vuelta al pueblo, con la satisfacción del trabajo bien hecho, me crucé con Ráfagas, el dueño del puticlub, que dicen los garrulos.

¿Te has enterado? Papi se ha levantado— me dijo.

Aún llevaba el metro de Mediometro en la mano... ¿a quién no le gusta tener un recuerdo de los colegas?

Venga... llévame a tu casa— Le dije a Rafa —Hoy brindaremos por los colegas.

Locomotoro 02/06/06

Ese pequeño diablillo. De Marola

Ese endiablado crió de tan solo tres años nos llevaba de cabeza, sus ráfagas de rabia, mala leche y su maléfico pensamiento nos hacia ir a todos de boli detrás de esa especie de calamar que se escurría, resbalaba y alcanzaba con sus pequeños tentáculos todo aquello que le ponía por delante. Todos los día Fredo su abuelo pedía toda clase de preces a su Dios particular para que realizara un milagro y sustrajera ese aire de desdén de esa personilla, aunque en el fondo su abuelo se reía a solas a carcajadas cuando se paraba un momento a pensar todas las barbaridades que había hecho su nieto, en el fondo lo halagaba, lo admiraba por la extraordinaria imaginación que desarrollaba con tan solo tres años, por la alegría que daba en aquella casa que desde hacía dos años y medio había quedado transformada en un lugar silencioso y triste a causa de la muerte de la madre de Chiqui que era ese diablillo que corría por todos los pasillos de aquella mansión. La única realidad era que gracias a esas travesuras a esas acciones endiabladas cada día la luz del día y del sol brillaba con más fuerza cada amanecer.

Marola 02/06/06

Cambio de hábitos. De Locomotoro

Veinte años de oficio y diez en la trena son más que suficientes para que cualquiera cambie de hábitos, sobre todo cuando el fiscal hace un trato para que “largues” y te quiten esos cincuenta que pretendían colgarte de la condena.
Así que cayó todo Dios. Luego vinieron las medallas para la policía... y con las medallas vino lo de la protección de testigos, no sé, esa expresión siempre me sonó a “coquillera”.
Después de cargarme a todo dios, habían decidido reconciliarme con él, por eso era que estaba en un convento de franciscanos. Cambio de hábitos que dicen
Mientras mi hierro, una Veretta del 9, se oxidaba en los cajones de pruebas, una ráfaga de hierros nuevos se movían por todo el condado para darme “matarile”.
Una tarde de agosto, a eso de las 6 de la tarde recibí una visita inesperada. El individuo en cuestión, era como un endiablado calamar de metro ochenta, y traje escotado que no me quitaba ojo desde el momento que entró.
Después de fingir que oraba... que hacía preces, o como coño se diga... me pidió que lo confesara. Así que me metí en el confesionario y comenzó a declarar... perdón a confesar.

Padre, confieso que he matado, —comenzó a recitar...— que mato —y comenzó a sacar el hierro, — y que volveré a matar.

Me apuntó a la cabeza discretamente con aquel chisme maléfico, pero no me inmuté. Salí del confesionario porque sabía que no me dispararía cara a cara, lo empujé con discreción y ya en el suelo, busqué algo con lo que acabar con el asunto. Mi mano chocó con el rosario, curiosos los senderos de Dios... a veces te da la vida, otras te la quita. A lo que iba, le metí el rosario hasta la garganta, al tiempo que gritaba pidiendo una ambulancia.
Las viejas salieron a todo correr de la iglesia y yo terminé la faena. Al cabo de un rato, apareció la policía científica. Uno de los agentes vio unas babas en mi rosario, y dirigiéndose a mí me preguntó.

¿Son suyas esas babas?
Hice lo que pude. —Respondí sin dejarme halagar— Al final le di la absolución y antes de morir besó la cruz.

Entonces apostillé con aire de desdén.

Se ve que el pobre, babeaba de la emoción de reencontrarse con el señor.

Locomotoro 02/06/06

Chasquidos. De Locomotoro

Un chasquido fue lo último que pudo oír. Hay muchos tipos de chasquidos, pero en un barrio en el que el hombre más adinerado no pasa de ser un capataz, es prácticamente imposible escuchar el chasquido de unos zapatos de claque, o el suave chasquido del bourbon al caer contra los hielos de una copa.
Por un módico precio, cualquiera puede escuchar el chasquido del percutor de un Smith & Wesson, o de los dedos de algún capo o policía malpagado dando una orden asesina.
El caso es que, refugiado de la lluvia, Raimond descansaba en lo que él llamaba la sala de visitas. Se asomó con desdén a la ventana, para contemplar las ráfagas de gotas de agua estallando contra las aceras, emitiendo mil tipos de chasquidos diferentes.
Abrió la ventana y asomó la cabeza dejando que las gotas reventaran en su cabeza calva. Así quedó largo rato, hasta quedar empapado como un calamar. Después volvió al sofá y sacó de debajo de un cojín un arma endiablada y una nota de ella.
Ella a la que tanto había amado y que ahora pretendía abandonarlo, dejarlo tirado, sustituirlo por un ingeniero que había conocido no se sabe como o por qué especie de maleficio.
Se lo quiso dar con jabón, pensaba que si lo podía halagar, engatusar de alguna manera, hacerle comprender... él la dejaría marchar.
Pero Raimond tenía demasiadas cosas que comprender y demasiado poco tiempo para hacerlo así que dejó a un lado las comprensiones para centrarse en las acciones.
Allí se encontraban los dos ahora, ella tirada sobre un charco de sangre, y él mirando al cielo rebuscando en su cabeza unas últimas preces que recitar antes de marcharse.
Dejó de oírse el chasquido de la lluvia contra las calles, de los dedos de los policías malpagados, incluso del ron barato contra la taza de aluminio. Se hizo el silencio, cerró los ojos al apoyar el hierro en su sien, y entonces sonrió a su perra vida.
Un último chasquido, quizás el más claro de todos, lo volvió a unir con su amada.

Locomotoro 01/06/06

Saliendo del infierno. De Marola

Una gran ráfaga de aire rozó aquella noche mi piel, había salido de aquella habitación temblando, con los nervios de punta por ver aquel maléfico cuerpo tirado entre las sabanas, sin rostro, sin expresión, sin alma.
Aquella endiablada noche me había transformado después de dieciséis años en una asesina, una persona odiosa, peligrosa, pero en mi interior halagaba con todo mi alma la valentía de haber cometido aquella acción terrible sin desdén que llevaba viviendo dentro de mi durante tanto tiempo. Durante tantas noches, sufriendo, padeciendo, haciendo todo aquello que no deseaba, pero obligada por aquel pedazo de animal, que solo sabía vivir para él. Yo cada día sola en mi oscura habitación rezaba mis preces y pedía y rogaba que el Señor se lo llevara, pero no me escucho, no sintió mi misericordia, fue egoísta e inhumano y dejo que mi mente se volviera terriblemente impura y destructora, y durante dos semanas prepare lo que suplica, era ese hilo que pende tan sumamente frágil que en cualquier momento se suelta, era el fin de mi vida, pero antes me llevaría por delante a ese ser que era todavía peor que yo.
Cuando Salí de aquella habitación me fui al restaurante de la esquina, el dueño amigo desde hace quince años, me vio entrar con el rostro desencajado, algo se notaba pero no me dijo nada, simplemente me sirvió un bocadillo de calamares, que era lo que más me gustaba, y una cerveza. Lo dejó encima de la mesa y se sentó a mi lado, solo me dijo:

¿Lo has hecho, verdad?...
¿Qué es lo que he hecho?, no te entiendo…
Bueno, no quiero que te siente mal el bocadillo, cómetelo y hablamos después. – dijo Jaime, prácticamente sin mirarme
Vale, cuando acabe con esto, llama a la policía, no me preguntes, simplemente haz lo que te he dicho.

Aquella noche trato de librarse de aquella pesadilla que durante tantos años le había hecho una cicatriz tan grande que ya no se le notaba, aquella noche se libro de su peor enemigo, aunque perdiera la libertad, su libertad…

Marola 01/06/06

Tinta para morir. De Aquarella

¿Libertad? ¡Menuda falacia! Un lujo que los que vivimos en esta parte de la ciudad no nos podemos permitir. Mi barrio está marcado por un maleficio que divide a sus habitantes en dos bandos - los matones y los fiambres - aunque lo habitual es que pases del primero al segundo tras una ráfaga de disparos. El destino se encarga de ponerte en uno o en otro, decide por ti sin que puedas decir nada.

Voy a presentarme: Me llamo Enzo, pero sé que cuando no estoy delante todos me llaman “El calamar” desde que a una puta barata que pretendía halagarme se le ocurrió dirigirse a mí como “mi dulce calamarcito”... unos cuantos puñetazos acabaron con las risas que inundaban el local y algunos dientes por el suelo, pero no he podido quitarme el mote.

Las malas lenguas hablarán de mi carácter endiablado, de las muertes que llevo a mis espaldas — muchas — de mi desdén por la vida ajena. No tenéis derecho a juzgarme, es... era mi trabajo. Es fácil opinar desde fuera. ¡Aquí os quería ver yo! Os estaréis preguntado por qué os cuento todo esto… ya no puedo moverme, pero la última frase que he oído, que oiré en mi vida, lo ha dejado claro

¡Mira! Al calamar se le escapa su tinta roja — y las carcajadas se han ido perdiendo en la distancia.

Encima los cabrones me dejan frente a un enorme anuncio de congelados. Me estoy desangrando... el bando de los fiambres me espera y no tardaré en llegar. No recuerdo las preces necesarias para que Dios me saque de ésta, aunque si no me ha hecho ni puto caso en cuarenta años no creo que me lo hiciera ahora. No, no recuerdo como se reza, pero me asusta morir solo, me arrepiento de todo lo que he hecho. Eso sí, como me entere de que alguien se atreve a llamarme calamar vuelvo y me lo cargo ¿Está claro? Un respeto a los muertos.

Aquarella 31/05/06

Media hora. De Locomotoro

Miró el reloj por encima de sus gafas con cierto desdén. Eran las tres y tres minutos de la tarde. Eso le daría media hora aproximadamente para terminar lo que aún no había comenzado, mejor dicho lo que estaba haciendo en esos momentos.
Tiró a la basura los restos del café y continuó tecleando, así... casi sin pensarlo, mientras oteaba de cuando en cuando el reloj de su ordenador rezando mil preces para que se detuviera el tiempo.
Al otro lado de la cristalera, Amparo, con sus ojillos de calamar, saboreaba su café mientras se preguntaba qué estaría haciendo Andreíto tecleando a toda prisa.
Pero el joven dibujante era ajeno a todo ello, tenía un compromiso, algo que había comenzado y debía terminar.
Las tres y nueve minutos. A veces el tiempo pasa inexorablemente como si presagiara un maleficio, no importa lo que hagas... el tiempo no juega, no recoge cartas, solo pasa.
El ruido de un flamante coche anunció la llegada del jefe, entonces Amparo, con esas curvas endiabladas se acercó al joven diseñador y le tocó en el hombro. “Parece que es el coche de Isma”.
Pero Andreíto no se inmutó, continuó tecleando con su ritmo frenético sin dejarse engatusar ni halagar por la exuberante contable.
Unos pasos se dejaron oír por las escaleras. Amparo se retiró a su mesa con expresión asustada en la mirada al contemplar los ojos vidriosos de Andreíto que comenzaba a levantarse.
Tomó un puñado de lapiceros en una mano mientras se dirigía en dirección a los pasos de la escalera y los arrojó con rabia contenida.
Una ráfaga de lápices de madera estalló en el pecho del jefe de marketing, pero Andreíto pasó de largo sin inmutarse, dirigiéndose hacia la puerta.
Sacó un pitillo con toda la indiferencia del mundo, miró el reloj y habló para sus adentros. Joder, que mal que no se puede fumar dentro... Las tres y veinte; aún tengo tiempo de echar un cigarro.

Locomotoro 31/05/06

¡Qué puedo perder! De Monelle

Llevaba un mes sin descansar. El trabajo se acumulaba, y pese a ser asuntos de poca monta, la dejadez en mi labor podía significar una larga temporada sin un mal bourbon que echar a la boca.
Aparqué el coche y entré en casa.
Vi salir por detrás del sofá una columna de humo con cierto aroma mentolado, que se mezclaba en el aire con delicados toques de perfume francés.
Aquella ocasión merecía un trato especial. Saqué mi Wells Fargo, y de un salto me situé frente al sofá apuntando a la cabeza del intruso, dispuesto a disparar si me daba motivo.

- ¡Disculpe caballero! No pretendía alarmarlo.

Las notas de aquella voz, me desarmaron casi tanto como la belleza que se ofrecía recostada ocupando toda mi atención. Sus sensuales formas invitaban a algo más que a un interrogatorio, y dieron con el traste de todas mis cuitas, bajando mi guardia.

- Mi nombre es Josephine Silva.

Sé que debía haber reaccionado inmediatamente ante aquel apellido tan temible, pero me limité a coger su mano y besarla.

- Tengo entendido que le contrató mi esposo. Cree que le engaño. Pero... - entre pucheros fingidos continuó-... no sé porqué no confía en mi. Le temo pues, el un bruto, es capaz de cualquier cosa...

En ese momento se levantó mostrándome en todo su esplendor las excelencias de un cuerpo voluminoso pero esbelto. El vestido color gris calamar, se adaptaba a sus formas de manera precisa, como un guante. Mi gesto de admiración, mi boca semiabierta, fueron el mejor de los halagos.

- Ruego atienda mis preces, estoy convencida de que a usted, Jácomo le escuchará. Dígame cuánto y estaré gustosa en dárselo.

Ahí estaba yo, con cara de pánfilo y sin saber que decir, frente a la mujer más hermosa que jamás se me había ofrecido. Aquél endiablado cuerpo estaba a mi merced. Era imposible sustraerse ante el maleficio que me tentaba.
Apunto estaba de alcanzar con mis manos sus turgentes pechos, cuando la puerta se abrió de golpe, el sobresalto fue mutuo, dejando entrar una ráfaga...

... de aire que casi me causa un infarto.

Camino de mi cuarto sonó la puerta. Pero no la abrimos. Aquella mirada mezcla de lujurioso desdén y dulzura, me dio fuerzas. Mientras las arrastraba hasta el cuarto pensé: “¡Qué puedo perder!”.

Monelle/CRSignes 31/05/06

En busca de mi destino. De Suprunaman

Se mueve como una endiablada sombra en la penumbra, sube a su chopper y aprieta el botón, aquella casa salta por los aires. Me llamo Dennis Hopper y busco mi destino, roooommm, roommm, (suena la música de los Rolling Stones) A to be waaaaayyy.
Circulando por la carretera a velocidad anormalmente reducida pisa una serpiente con desdén, y aquel bicho empieza a retorcerse como si fuera los tentáculos de un calamar, se para unos segundos y mira el espectáculo. Sigue su camino tragando todos los insectos que salen a su encuentro, un sabor amargo le resbala por la garganta. Tras la curva unas luces fosforescentes le indican que ha llegado a un motel.
En recepción una preciosa muchacha hace pompas con el chicle, su perfume proyecta cierto maleficio que lo embriaga, al poco tiempo están en su habitación, ella lo halaga con su cuerpo juvenil.
Al despertar ella ya se ha marchado, se sienta desnudo en la cama y revisa su bolsa, allí está todo el dinero, un revolver culmina la montaña de billetes.
Se oyen a lo lejos el sonido de las sirenas, es la hora de marchar, baja por las escaleras del motel, recepción está vacía, se va sin pagar. De nuevo sube a su moto y vestido de negro desaparece tras una nube de humo (vuelven a sonar Rolling Stones).
Siente las sirenas detrás de él fuertes y ensordecedoras, ruega con preces que no lo busquen a él.
Deténgase en la cuneta —dicen por el altavoz, pero Dennis continua su marcha acelerando, los agentes se acercan aún más y Dennis saca una ametralladora que lleva escondida y dispara una ráfaga de balas que impactan en los agentes que se estrellan contra un árbol, se escucha un petardeo y el vehiculo policial prende en llamas. Se detiene para ver el espectáculo.
Rooooommmm, roooommmm, me llamo Dennis Hopper y voy en busca de mi destino. A to be waaaaaayyy.

Suprunaman 29/05/06

El Casino de Suprunaman. De Mon

El Endiablado Calamar, así llamaban a José Luís “El Hampón” entre su grupo de amigos de la infancia.
De pequeño, El Hampón, coleccionaba películas de súper 8 que guardaba celosamente entre bolas de naftalina y latas de galletas Marías. En sus mágicos celuloides se escondían sus sueños, sus aventuras, quizá los deseos que en la adolescencia quiso hacer realidad. Seguramente alguien habría oído sus preces, pronto se convertiría en un asesino vil y despiadado.
Las calles de Chicago estaban infestadas de mafiosos que controlaban el arte del trapicheo, no eran más que unos gobernantes desautorizados que recaudaban dinero para imponer su ley y engordar sus casinos y a sus queridas con joyas. José Luís tenía montado un negocio de papeletas o boletos (como los de la ONCE), comenzó ganando 1000 dólares al día y llenando de ilusión a los pobres desgraciados que creían en la suerte de una rápida fortuna solo a cambio de unos pocos dólares. Esta actividad estaba prohibida, claro, había una mafia superior que sin desdén no quería dejar escapar ni un centavo del minus pudiente.
No tardaron en llegar nuevas bandas para controlar el negocio, ya valía todo y lo mejor era prohibir para ganar, a más prohibiciones más negocio (¡mira, como ahora!) Así que la ley se imponía con ráfagas de plomo, cuajos de sangre resbalando sobre los carteles de los casinos y cientos de titulares en forma de esquela. Los robos, las palizas, los secuestros y las viudas alegres eran canción de actualidad, nadie se fiaba de nadie.

- “Juanjo, engrasa la pipa que hoy habrá festival”, vamos a reventar el garito de los Pierre Luigi.

El segundo de “Calamar” u hombre de confianza se sintió halagado por ese voto de confianza, así son las familias. Esta vez no murió nadie, apareció el gobernador como enviado por un maleficio y se llevo la totalidad del botín.
Cuenta la leyenda que el Endiablado Calamar se cambió de sexo y hoy es la madre superiora del Convento de las Hermanas Teresitas Descalzas de Sinsinatti y reparte estampitas a Euro la unidad. Así son las cosas del dinero.

Nota: En Sinsinatti hay Euros, son cosas de la mafia, oigan.

Mon 29/05/06

La película. De Naza

— Hola, perdona el retraso.
— No te preocupes
¿Hace viento ahora?
Uf a ráfagas, es un día raro.
¿Y el niño?
— Se ha quedado con tu madre.
— Estás guapa hoy.
— Gracias es un halago, más viniendo de ti, no te prodigas en piropos últimamente.
¿Quieres pedirte algo?
— Si, ¿tú que tomas?
— Una sin alcohol
— Pídeme una coca cola y ¿nos pedimos un bocata de calamares?
— No, prefiero un pincho de tortilla.
—Ajá. ¿Y qué peli vamos a ver?
— Hay dos que merecen la pena; una española, de Amenábar y una americana, de Tarantino.
— La de Tarantino no me apetece, creo que es un director maléfico.
— Vaya era la que me gustaba, pero me da igual, veremos la otra.
— No verás, a mí me da igual vemos la que tu quieras.
¿No es muy grande ese bocadillo? Luego también querrás palomitas y me las tendré que comer yo.
— Bueno así compartimos algo, que hace tiempo que no compartimos ni la cama.
— No empieces por favor, sabes que estas oposiciones son importantes para mí.
— Yo no empiezo mi amor, sólo te digo lo que nos pasa, que no compartimos nada.
— Tú no dices nada, pero tus miradas lo dicen todo por ti.
¿Mis miradas? ¿Qué le pasa a mis miradas?
— Que me miras con desdén, eso es todo.
— A mi no me hables con palabras extrañas que no me entero. Dime clarito que es lo que quieres decir.
— Déjalo, no quiero discutir.
— No, tú nunca quieres discutir, siempre lanzas la piedra y luego como si no hubiera pasado nada. Eres endiabladamente perverso.
— Ya. Lo que tú quieras.
— Ahora te sumergirás en tu interior y ya no hablarás en toda la noche.
— Te equivocas, hoy si me apetece hablar.
— Vaya una novedad en ti.
— Para qué te pides el pincho si no lo has probado.
— Ahora me lo comeré, déjame en paz, deja de fiscalizarme.
¿Qué yo te fiscalizo? Ja, lo que me quedaba por oír.
— Deja las preces para la iglesia, bonita.
—Te he dicho mil veces que no me llames bonita en ese tono y que las palabras rebuscadas te las guarde para ti.
— La peli está a punto de empezar ¿Nos vamos?
¿De veras que te apetece ir al cine? Creo que me voy a ir a casa, no tengo ganas de ir contigo a ningún sitio.
¿No te comes el bocata? Entonces para qué lo pides.
¡Vete a la mierda!

Naza 28/05/06

Desilusionado. De Aquarella

Mi primer día en aquella librería fue todo un acontecimiento que aún no he podido olvidar. Cuando llegué al pequeño local, situado en el centro del pueblo, me halagó el entusiasta recibimiento de mis nuevos compañeros. ¡Menuda bienvenida! Todo eran saludos, sonrisas, elogios... estaba sorprendido, entusiasmado, las inevitables ráfagas de orgullo me hacían sentir realmente importante. Pasaron algunos meses, la verdad es que ya no recuerdo cuantos, y aquella amabilidad inicial se convirtió en auténtico desdén por su parte. No puedo explicar qué había cambiado, pero su actitud era diferente, supongo que una vez pasada la euforia de la novedad me había convertido simplemente en uno más, y eso resultaba imperdonable.

Cada mañana sin excepción, antes de que se abriera la tienda, rezaba en silencio las preces que esperaba acabaran con aquel maleficio que me atormentaba, pero nada cambiaba. Cada tarde, al cerrar el establecimiento, tenía que volver a soportar el endiablado carácter de mis compañeros que pagaban su mal humor conmigo. Lo que en principio parecía cordial amistad degeneró en una especie de competitividad malsana... escuchar como murmuraban a mis espaldas cuando se me acercaba algún cliente era algo que me sacaba de quicio.

Aquella mañana fue la peor de todas, aún escucho sus carcajadas... la llegada de una mujer que buscaba un regalo nos puso a todos en guardia. Pasaba por las estanterías echando un vistazo cuando se fijó en mí, me tomó en sus manos e inmediatamente exclamó

- ¡Pero a quién se le ocurre escribir un cuento infantil sobre las aventuras de un calamar congelado, qué disparate! – y se echó a reír mientras le decía al dueño - Por Dios Demetrio, deberías ser más selectivo con los títulos que traes.

Desde entonces soy el hazmerreír del resto de los libros, tengo que aguantar estoicamente sus burlas diarias. Si algún día consigo estar frente a frente con la autora – una tal “Aquarella” – ya le iba yo a explicar un par de cosas.

Aquarella 25/05/06

Reflejos de un alma enamorada. De Belfas

No pienses con desdén que en abril se quedara tu sangre sin latido, no esperes en primavera un atardecer pálido y sombrío. Las hojas de lo árboles saludarán a tu paso, cuando una ráfaga de la brisa del deseo las agite. Las horas viajarán para adelantar nuestro encuentro, y el verano tornará vestido de amarillo aquellos campos inmaculados, pisados en la verde primavera por tus sandalias blancas.

He plantado en mi avenida, rosas y lirios, por si paseas por mis aledaños y te sientas extasiada por mi olor. Si me pierdo entre tus sendas, no importa, me descubres, me halagas, me tomas de la mano y me retornas sigilosa, sonriente, plácida y mansa.
Quiero que dibujes con tus dedos peregrinos en mi lienzo de piel, y me pintes de rojo endiablado, de azul, de verde, de blanco, amarillo… De vivos colores.

Traza una risa de niño jugando en al arena, plasma en el cristal de mi alhambra con el tórrido aliento de tus labios, un corazón que palpita y suspira por ti. Proyecta una abierta sonrisa y dime que sólo soy tuyo, que quieres hacer un boceto en mi cuerpo desnudo, siendo el pincel tu húmeda boca.

Sabes mejor que nadie como asaltar mi alcázar, guerreas sin tregua y batalla tras batalla consigues que mi ser capitule a tus artes. Un maleficio que me embauca y persigue por doquier.
Me encanta llamar a la insurrección y bloquear con alguna artimaña tus certeros ataques, pero mi corazón no sabe rivalizar contra ti, no dispongo de armas con las que combatir frente a tu ejército de miradas, sonrisas, besos, caricias, frases, matices que calan y derrumban con estruendo las murallas de mi acrópolis.

Haces que me sienta como un calamar anudado sin agua, que aguarda en un cesto una mano que sepa arrancarlo y llevarlo de nuevo a su mar.
Hoy pido en mil preces que nunca abandones la estancia de mi corazón. Sabes, he aprendido a soñar despierto, es mi nueva forma de vida, un pasatiempo que practico con jubilo y entusiasmo y en el que tú eres mi empeño, mantenerte despierta, serena, querida, feliz, divertida, viva...

Belfas 25/05/06

La penitencia. De Monelle

Aquello no podía ser obra del altísimo. ¿Qué maleficio jugaba conmigo?
No se cómo pero logré llegar hasta la salida del refugio, ver la luz del día y sentir el calor del sol en mi piel para confirmar que seguía vivo.
Con angustia recordé que al partir dos días atrás todo el mundo me halagó por la determinación con la que, una vez al año, era capaz de aislarme cuál ermitaño, para redimir mis pecados.
Siempre creí firmemente en la purgación de las almas y el perdón de los pecados. ¡Dios no castiga a aquellos que se arrepienten! ¡No!
Nunca me privé de nada. En poco menos de tres meses había puesto en práctica todas mis perversiones. ¡Endiablado carácter!
Hasta la cueva llegué con el convencimiento de lograr con preces lo que no pude hacer por propia voluntad. ¡Cuánta hipocresía!
Desprovisto de todas mis ropas, de rodillas sobre el suelo pedregoso, comencé a rezar mientras caminaba aguantando el suplicio. Pasados unos minutos, me cuestioné si existiría alguna otra forma menos cruel con la que demostrar mi arrepentimiento. Me detuve en seco, intentando aliviar las heridas, ya abiertas de mis rodillas, con mi propia saliva.
Una ráfaga, de aire fresco, me traspasó. Quedé absorto en mis pensamientos. De nuevo el aire. Empecé a sospechar que algo extraño estaba ocurriendo.
Desde el fondo de la cueva, una sombra se acercaba hasta a mi. Sentí curiosidad. Mi fascinación aumentó cuando aquella informe masa de oscuro contenido, paso de la imprecisa silueta de un calamar a la esbelta figura de una joven que, rápidamente, acercaba sus gráciles manos hasta mi rostro. Que lo acariciaba. Jugueteó con mi cuerpo, que se dejaba llevar presa de una lujuria incontrolada y excitante. El deseo se convirtió en el único lenguaje posible. Durante un tiempo impreciso fui un títere entre sus manos.
De pronto, un destello de luz se coló desde el exterior de la cueva desvelándome la horripilante forma que me cubría, su verdadera naturaleza.
¡Dios! De un empujón me separé de ella. Me miró con desdén. Una mirada que no podré borrar jamás.
“¡Y la sombra de la bestia lo cubría todo antes de desaparecer!” Fueron esas palabras las únicas que fui capaz de farfullar a mi regreso.
Meses han pasado y no he podido borrar aquella escena. El miedo impide que salga del encierro que me he impuesto y tan sólo me preocupa una cosa.
¿Volverá?

Monelle/CRSignes 23/05/06

Vuelo 103. De Mon

Vuelo 103 de la Pan American con destino a Nueva Cork.

Hoja de ruta: P103A con salida en el aeropuerto internacional de Frankfurt y escala en Heathrow, Londres.

Sobrevolaba Alemania con la sensación de haber pasado antes por allí, nunca antes había volado pero fui un gran escalador y conocía bien las cordilleras de mi país. Pronto adivinaría la gran isla, la Bretagne y podría aliviar mis temores sin necesidad de notificar mis preces al comandante.
Sofía parecía haberse dado cuenta de mi nerviosismo, yo mientras ojeaba el Daily News recorría con el rabillo del ojo su esbelta y coquetona figura que halagaba la condición femenina. Pronto requerí su presencia y aprovechando su acercamiento pude inhalar el suave, fresco y dulce aroma de almizcle juvenil que parecía esparcir como pétalos de rosas. Ella depositó minutos después un tranquilizante en el vasito de plástico dispuesto a tal efecto y volvió a la cabina de mantenimiento.
Los motores del Boeing 747 volvían a rugir por la pista inglesa empujando con ráfagas de viento endiablado aquella mole de aluminio que desafiaba todas las leyes físicas conocidas, ahora íbamos a cruzar el atlántico y eso era para mí toda una aventura.
Repasaba mentalmente la historia, las metas que nuestros antecesores se marcaron y los temores que les perseguían, victimas quizá de la ignorancia o el desconocimiento. Aquellos valientes que desaparecían mar adentro, más allá de Finisterrae intentando esquivar calamares gigantes que solo aparecían en sus sueños. Como hoy, como yo mismo, sin desdén.
¿Mi existencia dependería de las 16 personas que componían la tripulación o estaría en manos de alguno de los 242 pasajeros que me acompañaban?, o ¿tal vez todos seríamos presas de algún maleficio lanzado por cualquiera de los millones de habitantes que ahora estaban bajo nuestros pies?
El vuelo 103 nunca llegó a su destino, varias toneladas de materiales aleados se encontraron esparcidos sobre el campo de una granja en Tundergarth, Escocia en el mismo bosque de Robin Hood, Sherwood. El comandante solo pudo virar 140º en busca de tierra firme después de la explosión.
No hubo supervivientes.

Este cuento esta basado en un hecho real y pretende ser un homenaje a las victimas que nunca supieron que ocurrió en ese vuelo.

Mon 23/05/2006

Muerte en la Iglesia Negra. De Suprunaman

Año 1689 Brasov, Rumania

Aquel endiablado cazador, me arrastró hasta el Templo Parroquial Protestante Luterano y aprovechándose de mi fragilidad al sol, no dudó en atarme fuertemente, me escupió a la cara con desdén y me dijo:
Ei, calamar, ¿no te apetece chupar sangre ahora? —se encendió un puro grande y mal oliente, mi cuerpo aun estaba ardiendo, yo le miraba con mi vista nublada, pues aquel vasto lugar estaba impregnado de preces, de crucifijos e incluso de maleficios.
Había rociado el suelo con una sustancia inflamable, ya en la puerta lanzó su puro y la iglesia empezó a arder conmigo dentro.

El 1670 fue un buen año, vivía en Transilvania, en una casona envuelta de espesos bosques teñidos de verde y pardo, sobre las colinas se dibujaban formas misteriosas a la luz de la luna. Cada noche me acercaba al pueblo donde las jóvenes me halagaban ofreciéndome su grácil belleza, y yo les correspondía con un viaje de muerte que las llevaba al éxtasis.
Fue entonces que todo el mundo empezó a hablar de maldiciones, de brujas, de vampiros, se organizaron grupos de caza, Transilvania ya no era segura.
Decidí entonces visitar mi querida Rumania, y fui a Bucarest, Targoviste, al llegar a Curtea de Arges me encontraba bien y lucía mi aspecto más noble y me encapriché de una joven, la hubiera hecho inmortal, pero alguien me había seguido los pasos desde Transilvania, Christopher Belmont, bisnieto de aquel que mató al Conde, yo no pude más que huir dejando morir a aquella que hubiera sido mi compañera.
Christopher dio conmigo de nuevo aquí, en Brasov, el 7 de agosto de 1689, cuando el día es más largo, no hay duda que me quería, yo había sido para él un auténtico quebradero de cabeza, difícil de atrapar. Encontró mi escondite cerca del cementerio y como una ráfaga de viento, sin dar tiempo a que el sol se escondiera de nuevo me arrastró hasta este infierno de santos y fuego, ahora sólo me queda morir.

Suprunaman 22/05/06

Tú, yo y… De Chajaira

— Llevo todos los sábados desde que nos casamos preparándote estos condenados calamares, año tras año ¿te has dado cuenta? Durante veintisiete años que estamos conviviendo y Tú nada, me sigues tratando con el mismo desdén…Pero no digas nada, no, ¿para qué? Tú tienes tus malditos bichos rellenos, tu sopeteo de pan en la salsa, regocijándote como un cerdo, parece que no tienes más ilusión en esta jodida vida que tu plato favorito cada sábado…Aunque lo que realmente me pone endiablada es el que no tengas ni un pequeño halago para mí… pero mírame al menos, por tus muertos, cuando te hablo. Ya no sé que pensar, pareciera que alguna de esas brujas de tu trabajo te hubiera hecho un maleficio y no se encuentren preces ni conjuros que te saquen de tu atontamiento… Traga, traga… así te asfixies condenado… eso límpiate los bigotes, ¡anda! Toma una servilleta… ¡Por Dios y el Santísimo Cristo! Dame las gracias por lo menos… Siempre lo mismo, una ráfaga constante de palabras para llamar tu atención y nada…Pues… ¿sabes lo qué te digo? ¡Qué te den!, que no más, que ahí te quedas, tú y esos moluscos que aborrezco…Me largo.

¡Nooo! Por Dios, por tu madre, por nuestros hijos, por tu vida, lo que quieras… pero por favor no dejes de mandar los calamarcitos en un taper.

Chajaira 22/05/06

Palabras para el "Contemos cuentos 8"

Dieciséis semana jugando y crecíamos a pasos agigantados. Las palabras para este octava ocasión fueron:

CALAMAR

DESDÉN

ENDIABLADO

HALAGAR

MALEFICIO

PRECES

RÁFAGA

Y como no podía ser de otra forma, nos reservamos para la segunda semana, la posibilidad de crear relatos del genero negro. Tiros, sangre, muerte, etc... Invadieron el foro.

El rey de la selva. De Naza

El cielo se pintarrajea de caprichosos tonos pastel, las acacias reciben la visita de los leopardos que guardan las presas en sus gruesas ramas. Las cebras inquietas intentan alejarse de las altas hierbas que esconden los instintos homicidas de los grandes depredadores y una vez más, el atardecer reproduce la escena que se viene repitiendo día tras día desde el inicio de los tiempos.
Con aire mohíno observo a mi madre. Yo deseo salir a jugar, me gusta perseguir gacelas, me divierten sus saltos y sus quiebros, pero ella no está dispuesta a dejarme hacer lo que yo quiera. Hoy me está enseñando a menguar mi cuerpo hasta confundirlo con la tierra, dice que es la mejor táctica para comenzar un rápido ataque.

¿Y cómo tenemos que hacer ese ataque? —Su pregunta casi me coge por sorpresa.
Yo lo sé. —Ya está el impertinente de mi hermano.
Me ha preguntado a mí, tontorrón.

Y entonces comenzamos a pelear y a revolcarnos. Me gusta jugar con mi hermano. Un día, nos dice nuestra madre, seremos los dueños de todo esto. Nadie estará por encima de nosotros. Todo lo que debemos hacer es pasearnos por el amplio espacio de la sabana y orinarnos donde nos plazca. Eso es muy divertido, a mi hermano y a mi nos gusta hacer esas guarrerías y cuando seamos mayores...
No me di cuenta, mi hermano pudo saltar y no lo atraparon por muy poco. Yo sufrí heridas en las patas que me hizo perder mucha sangre y el conocimiento. Cuando desperté me encontraba en una jaula mal oliente sobre un cojín enguatado que me servía de cama. Y ahí sigo, sin saber cuantos tacos tengo.
Un domador presume de ser mi amigo me hace pasar por un aro ardiendo y a cambio me da de comer ese día. Pienso mucho en mi hermano. ¿Qué habrá sido de él? Ojalá sea el rey de ese territorio que íbamos a compartir.
Yo he esperado mucho tiempo que los propios humanos me devolvieran al lugar de donde me secuestraron. Pero los años se suceden, me paso el día entre rejas, mi única satisfacción es lamerme el prepucio; yo, que soñaba con un delicioso harem que me alimentara y me produjera el deleite que alguien como yo se merecía por su condición de rey de la selva.
Esta noche tomaré una decisión. El domador será mi cena.

Naza 18/05/06

El circo… mejor en casa. De Aquarella

La mañana del domingo se despereza lentamente, todavía no son las ocho cuando una voz infantil entra en la habitación alborotándolo todo con sus gritos

Papá papá papá despierta hoy tienes que llevarme al circo —mínima pausa para respirar— Venga, levántate... jooooo venga, muévete!!! Mamá, dile algo, no me hace caso.

Detrás del niño entra mi mujer con su esa horrible batita de guata que le regaló su madre, supongo que le tengo tanta manía porque esa imagen es una premonición del futuro que me espera: suegra versus rulos y bata ¡Da grima sólo imaginarlo! Su mirada inquisitiva lo dice todo

Ni se te ocurra buscar una excusa para escaquearte, se lo prometiste al niño - y con un gesto mohíno da por terminada la conversación, mejor dicho el monólogo porque no me da tiempo a pronunciar palabra.

Y aquí estoy yo, rodeado de caras tan aburridas como la mía... hasta que el espectáculo pasa de la pista al asiento de al lado. Cualquier día es malo para descubrir que tu hijo, a pesar de su corta edad, tiene instintos homicidas, pero hacerlo un domingo y rodeado de numeroso público resulta aún más incómodo.

Joder papá, este circo es muy aburrido, menudo coñazo —El gesto de desaprobación de los demás padres me empuja a recriminarle.
Niño, haz el favor de no decir tacos, no sé dónde aprendes ese tipo de lenguaje.
Pero papá, esto es un rollo, los leones no se comen a nadie. Yo creía que iba a haber mucha sangre.

La gente me mira como si mi hijo fuese la reencarnación de Damien (creo que yo también lo pienso) y en ese instante sólo deseo menguar rápidamente hasta desaparecer en el espacio para no tener que enfrentarme a los gestos de repulsa que me rodean. ¡Por Dios! Pero si su madre y yo somos pacifistas, personas de lo más normales. ¿Cómo hemos podido engendrar un monstruo como éste? ¡Lástima de nudo en el prepucio a tiempo!

Manu, hijo, no digas tonterías. ¿De dónde sacas esas ideas?
Jo papá, en la peli que me pusiste el otro día para que te dejara jugar con mi Play los romanos tenían un circo mucho más divertido que éste y los leones se comían a todo el mundo ¡Eso si que molaba!

Una única frase se repite en mi cabeza ¡Tierra trágame!

Aquarella 17/05/06

Un largo trayecto, un corto final. De Mon

Desde las alturas podía adivinar que había dejado de existir, su alma pareció golpearle fuertemente en su dispuesta huida hacia arriba, un ligero hilillo de sangre evadía todo ápice de esperanza, la gente enmudeció, mohína y asustada.

Él, que la conoció cuando contaban apenas 5 años en la cama elástica con esa magia que solo Andrea imprimía al saltar, con sus trenzas acompasando como las alas de un pájaro al viento, no podía resignarse no quería abandonar el espacio de ese trapecio que poco a poco iba perdiendo movilidad entre el silencio del publico.
Miro su propia mano como impotente quedó tendida al vacío, a la nada, a la proyección de su futuro sin sentido. Había perdido a su amada.

Unos meses después el color y el calor del circo volvían a girar como una vieja noria a la que le cuesta arrancar, todos desfilaban pero nadie se atrevía a mirar hacia arriba, los payasos se ajustaban las guatas ocultando su falsa sonrisa pintarrajeada, la música sonaba menguando en cada nota hasta el infinito….aquel lugar ya nunca sería el mismo.

"¡Pasen y vean, la función va a comenzar! ¡En la pista central nuestro magnífico domador de caballos venido de Turquía!¡A la derecha el hombre prepucio!¡Y a la izquierda la mujer barbuda de Sumatra!....la función vaaaa a comenzaaaaarrrr…."

Un minuto, un foco de luz hacia lo alto y la historia se repite, es la actuación estrella, los malabaristas están preparados, el reloj espera homicida y el taco de entradas ya exhausto, inexistente. Suena la música…

Show most go on

(Con el permiso de Freddy Mercuri, q.e.p.d)

Mon 17/05/06

Cabecera de cartel. De Monelle

Las voces procedentes del despacho del director eclipsaron las últimas notas de la marcha circense con la que concluía el desfile de cierre de pista. Apagadas las bambalinas todo recuperó la calma. Los animales encerrados recibían su alimento, y los mozos barrían la pista. Gabriel, el payaso más conocido del circo, salió refunfuñando de la caravana dando un portazo. El maquillaje no podía disimular su rostro mohíno. El director asomó por la puerta, soltando tacos a grito pelado. Gabriel caminaba arrastrando los zapatones, mientras con la mano intentaba borrarse el maquillaje. Se cruzó con los malabarista que revolotearon pelotas y aros por delante de sus narices; estuvo a punto de tropezar con el forzudo, mientras éste dejaba resbalar hasta el suelo una de sus pesas; traspasó por entre las piernas de los saltimbanquis en una de sus acrobacias; rozó las patas del elefante y saltó al domador que, tumbado, esperaba el paso del paquidermo. Su maquillaje iba menguando tan lentamente como su enfado.
Se detuvo un instante para limpiar, con una guata, el excremento que acabada de aplastar.

Algo de suerte parece que si que voy a tener —se repitió para sí. — ¡Es tan difícil no pisar el mundo que con estos zapatones...!

El humor ácido recuperaba el espacio que, momentos atrás, ocupaba el enfado en su mente.
Viró en redondo y aligeró sus pasos. Se desprendió primero de los pensamientos homicidas en contra de su jefe; de la chaqueta a cuadros; de los pantalones a rayas, rojas y verdes; de la camisa morada que, hecha una pelota junto con la corbata amarilla, lanzó hasta la jaula de los monos; los inmensos zapatos acabaron en el abrevadero de los caballos; y los calcetines se los ofreció a la equilibrista que perdió el equilibrio al no poder aguantar la risa y el hedor.
Cuando llegó nuevamente frente a la caravana del director medio en cueros, tan sólo conservaba los calzoncillos, aunque por poco tiempo pues, ante el asombro de todos sus compañeros, se los quitó al tiempo que los lanzaba hasta la ventana del despacho del jefe, que salió ante la algarabía formada.

Me marcho de aquí. Y se lo digo así, pues con el traje de faena no me toma en serio.

Tapando sus partes con la mano se alejó hasta su caravana. Al día siguiente, su nombre volvía a encabezar el cartel.

Monelle/CRSignes 16/05/06

El día que fui al circo. De Suprunaman

Los carromatos invadieron las calles, la cabalgata mostraba un sinfín de criaturas, payasos, trapecistas todos ellos desfilando alegremente; la gente salió de sus casas para verlos y unirse a la música festiva y a la lluvia de confeti, había llegado el circo.
En un par de horas el circo mostraba un aspecto extraordinario y los primeros visitantes se acercaban con curiosidad.

Pasen y vean señores el hombre menguante, cada año se reduce más y más. La mujer de cuatro tetas venida del espacio exterior.
¿Y que le pasará cuando no pueda empequeñecer más? —preguntó una niña
¿Cómo?
El hombre menguante, ¿que pasará?
¿Has venido sola niña? —dijo el presentador
Si – contestó ella
Pues… que se convertirá en un prepucio y desaparecerá para siempre, venga niña, ves y compra una entrada —dijo el presentador

Mari se coló por debajo de una tienda y allí observó algo realmente insólito, ¿era una mujer o un pez? Sentada en una pecera cantaba una canción mohína sobre un marinero del cual se enamoró, entonces entró un hombre gordo, llevaba unas guatas que lo hacían más corpulento, vestía de rojo, un sombrero de copa le cubría la testa.

Te he dicho que no cuentes historias a nadie, ¿crees que te dejaré marchar?, ni en un millón de años, mi tesoro es mío.

La joven sirena se metió en la pecera llorando. Mari se aproximó a la sirena.

No llores, yo te ayudaré —le dijo
Este es mi sitio, no hay lugar donde pueda ir, ya no hay sirenas en la tierra.

Y Mari salió de aquella tienda llorando, corría tan sofocada que tropezó, y al alzar la vista se encontró con el hocico de un león homicida que le rugía en su misma cara.

Quieto Simba, —dijo el domador, — ¿que te pasa niña?

Y entre sollozos le explicó lo que había sucedido.

Esto es el circo pequeña, cada uno tiene su historia.

La acompañó hasta donde estaban reunidos todos los compañeros, el domador explicó al hombre gordo que la pequeña Mari los había oído, este se acercó a la pequeña y se disculpó, luego la invitó a sentarse con ellos junto a los carromatos donde una fogata crepitaba tacos de madera vieja, los gitanos a su alrededor cantaban y bailaban.
Poco a poco Mari fue cerrando los ojos, al despertar, ya estaba muy lejos del pueblo.

Suprunaman 16/05/06

La isla del Indico. De Mon

El Capitán Prepucio era un hombre singular, no fumaba pipa y le gustaba rascarse la espalda con cáscaras de coco.
La ruta comercial del Este del Índico llevaba al fracaso a muchos mercantes, faltos de personal con experiencia y medios. El Capitán era un hombre experimentado que no menguaba fácilmente ante cualquier adversidad.
Corrían los años 70 cuando una buena mañana el mar se encontraba algo más grueso de lo habitual, Chester, el contramaestre, había preparado tacos de panza de caribú asado, el cocinero tenia la jornada libre y era el turno del segundo de abordo preparar alguna delicia para los oficiales. La comida transcurrió entre risas y brindis en el limitado espacio del comedor de popa, solo el viejo capitán se encontraba algo mohíno, preocupado. ¿Quizás su experiencia sincronizaba con su intuición o algo extraño iba a ocurrir?
De repente un golpe seco hizo tambalear el mercante que poco a poco iba perdiendo velocidad.

¡Paren máquinas, todo atrás! —ordenó Prepucio

Un islote aparecido de la nada fue el motivo de tal incidente, nunca había estado allí. Era el momento de desembarcar y ver que era aquello y sobre todo quien pedía auxilio desde tierra firme.
Una dotación de cinco hombres se dispone a bajar a la isla, ellos no saben que jamás retornarán a su nave. Efectivamente, la isla ha sido engullida por el mar dejando vía libre al agua que siempre la cubrió, ésta homicida y traidora ha llamado a la muerte a quienes han osado profanarla.

Cuenta la leyenda que muchos hombres nunca regresaron a casa, sus compañeros nunca lo pudieron explicar. Hoy el Capitán del navío da la orden de “todo avante” seca con una guata su frente sudorosa y vuelve a rascarse como si nada hubiera ocurrido.
Pero la isla sigue allí, esperando otro envío.

Mon 12/05/06

El Soldado. De Locomotoro

Serían como las 12 de la noche, una noche jodidamente cerrada. La lluvia caía sin cesar, como un castigo divino, aunque no más castigo que esa maldita guerra. En la trinchera, se pueden ver muchas cosas, pero lo más latente es el miedo. El miedo que te rodea, que se respira, sobre todo cuando pasa mucho tiempo sin el sonido de una bala. Eso significa solo una cosa, que dentro de poco tocarían el toque de “bayoneta”.
Por espacio de media hora, la gente fue recogiendo sus efectos personales, guardándolos en bolsillos, cascos y botas. Al mismo tiempo que sacaban sus capillas personales, las fotos de sus amantes, de sus madres, sus relicarios y amuletos, y cada uno comenzamos a rezar en silencio.
Pero yo ya no creía en nada. Hacía tiempo que los colores de la bandera por la que luchábamos se habían desteñido. Ahora solo era una cuestión de vida o muerte. De nada serviría sentirse mohíno. Era necesario sacudir con fuerza el prepucio de la ira hasta hacerle escupir con furia contenida toda la rabia.
Sonó la corneta y se hizo un silencio que duró unas décimas de segundo. Tiempo más que suficiente para despedirnos con la mirada. Ya no nos decíamos adiós, sino más bien hasta luego, porque después de tantos meses si había algo que habíamos aprendido era que la muerte aguarda detrás de cada línea, en el espacio que queda entre un fusil y un cuerpo.
El espíritu homicida de cada uno apareció de pronto y nos lanzamos como bestias desbocadas al incierto destino.
Llegué hasta la esquina de lo que quedaba de la iglesia, miré hacia atrás, y los vi menguar en la lejanía, ante el sonido de una ametralladora. Giré y entré corriendo por la nave principal, frente al altar. Despejado, allí no había nadie, me encontraba solo. Algo blanco hizo que girara la cabeza y entonces me sentí muerto. Era un pedazo de guata, un pedazo de guata que cubría la cabeza de Ángel, mi compañero de escuela, ahora... mi asesino. En un acto instintivo, cargué el fusil y vi con horror que no tenía munición. Pero él no se inmutó, continuaba allí, apuntándome sin prisa. Era un blanco perfecto. Solté un taco al saberme muerto y al mirarlo vi que él estaba sonriendo.
¿Como va, amigo? No te preocupes... no te quiero mat...—Un sonido seco hizo que no pudiera terminar la frase. Me miró con la muerte en los ojos, y allí se quedó dormido, entre mis brazos, empapado por unas lágrimas que en ese momento no pude soltar. La historia de una guerra puede ser muy larga... pero se puede explicar de una manera muy corta.

Locomotoro 12/05/06

La mirada. De Monelle

Su cabello se alborotaba revolucionado por el rápido caminar. Ese rojo hiriente, impreciso y alegre que lo iluminaba, desprendía reflejos hipnóticos que, en ocasiones, semejaban el fuego que consumía mi corazón, para menguar, otras, al candor de las hojas caídas de los árboles en otoño.
Aún repito una vez y otra... ¿Por qué miras para atrás a cada paso? Sigue flotando en mi interior esa pregunta.
Caminabas con inquietud como si temieras por algo. Si hubiera sabido lo que te abrumaba tal vez todo hubiera sido distinto. Mantenías esa tensa y fugaz mirada al pasado de tu recorrido, escrutando cada rincón medio oculto, moviéndote tan ligera que apenas si reparabas en lo que te rodeaba.
¡La suerte me acompañó aquel día! El azar quiso que te pararas justo enfrente de mí. La tardanza en descargar el carbón para las calderas, quiso que durante al menos dos minutos te quedaras inmóvil, momento que aproveché para perderme en tu rostro. Te diste cuenta de que no te quitaba los ojos de encima, mientras limpiaba guata en mano los coches de caballos estacionados en la calle.
Por un segundo tu mirada se cruzó con la mía. Mi mohíno rostro se transformó, y me sonreíste.
¡Qué rápido sucedió todo! Algo se interpuso en el espacio que compartimos por un instante. Otra mirada, otro reflejo, otra expresión, algunos gritos, tacos malsonantes y amenazas, un zarandeo violento de imprevisibles consecuencias..., y tus ojos implorando clemencia. La mano homicida se introdujo en la carne rompiendo la vida.
Escudriñé el rostro de aquel hombre. Le empujé, pero el daño ya estaba hecho.
Creí ver en sus ojos la mirada perdida que provoca la sangre recorriendo desde el prepucio hasta la nuca, la fijeza del orgasmo, la de la entrega cuando se consiguen conquistar los sentidos, antes de caer a sus pies. Creí ver en mis manos, impregnadas en rojo, el color de tus cabellos. ¡Sonreí!
Mi propia sangre me confundió, pero tu mirada no me la inventé. Aún la siento. Mientras te alejabas de la mano de mi asesino, tus ojos repletos de lágrimas me llenaron de amor.

CRSignes/Monelle 12/05/06

La morada. De Naza

Ahí estaba; majestuosa, solitaria, defensora de su espacio, capaz de aliarse con los dioses para preservar su virginidad terrenal. Le pertenecía a Ellos.
Algunas noches veía como figuras luminosas que terminaban en prepucios incandescentes penetraban en ella de forma repetida y placentera. Sólo a Zeus le estaba permitido tocarla, y Él lo sabía. Receloso de su más postrero y preciado tesoro quería defenderla de infidelidades oníricas. Capaz de protegerla de seres indeseables como yo, haría todo lo posible para que fracasara en mi intento de, simplemente mirarla.
Una bruma permanente sobre su cara me recordaba a la hurí de mis sueños. Buscar su imagen en mi mente significaba un cambio de mi estado de ánimo, entonces la jornada más aciaga, de rostros huraños y gestos mohínos se difuminaban en esbozos de sonrisas, miradas de complacencia y deleite de los sentidos.
La espiritualidad de mi amor por ella fue menguando a la par que crecía mi deseo de poseerla. La obsesión se apoderó de mi razón. La mesura dejó paso a una esquizofrenia homicida. O era mía o moriría en el intento de hacerle llegar mi mensaje de amor carnal.
La obcecación me llevó a abandonar el mundo. Estudié cada uno de sus pliegues, de sus curvas. Se convirtió en mi más deseada meretriz de aquel burdel prohibido. Mis amigos me tildaron de excéntrico, los que no me conocían; de desequilibrado. Pero no me importaba, cuando lucho por algo no hay nada más satisfactorio que darlo todo por conseguir lo que deseo.
Ahora que he regresado todos se quieren fotografiar conmigo. Cuando llegué a la cumbre vi un mundo distinto. Allí sobre una poltrona estaba Él. No me dijo nada, sólo tomó con sus manos una porción de nubes y la aguató a modo de cojín.

-Siéntate aquí. Tenías que venir, ¿verdad? Ya no respetáis ni mi última morada. ¿Qué debo hacer contigo, despeñarte? Eso sólo conseguiría atraer a otros fanáticos como tú.

Acaba de nacer una leyenda. No, no eres tú, te anticipo que tu gesta será efímera, por encima de todo prevalecerá la leyenda de todo aquel que suba a esta montaña perderá la lucidez y vivirá ausente viendo mi rostro de por vida.
La ausencia de oxigeno perturbo mi mente. Ese fue el veredicto final. ¡Nadie creyó mi historia!
Hoy he arrancado otra hoja del calendario de taco, de nuevo su rostro aparece en el nuevo día; imperturbable.

Naza 12/05/06

Carta a Java el Brut. De Suprunaman

9 de Mayo de 2006

Luc CagantBroses
Planeta Naboo
CP. 1001
Ciudad: Kaguera

A la Atención del señor Java el Brut

Muy Señor mío:

Hace varias lunas mientras mis amigos celebraban un guateque espacial, les atacaron sus soldados, que como homicidas, violaron a nuestros droides y tocaron las tetas a todas nuestras amigas con la excusa de una inspección rutinaria.
Estoy un tanto mohíno también con usted señor Brut, pues me han llegado noticias de que a mi amigo Solo, la madre de vuecencia, le ha pegado un taco y le ha cortado el prepucio, no es que me sepa mal, pero al menos podrían haberle puesto Mercromina para curarle, digo yo.
Por otro lado, todos sabemos que a mi hermana Ralla (Snif) CagantBroses, le gusta mucho la fiesta y que sus soldados la encontraron con una guata húmeda en la frente, pasando la resaca en el puticlub “Cuarto menguante”, a mi y a la resistencia nos gustaría que nos la devolviera, pues no sabemos de donde sacar la coca.
Del mismo modo, espero me devuelva los droids violados, pues próximamente tenemos una “rave” gay y una de las principales atracciones es el sexo droid.
Sin otro particular y esperando no tener que penetrar en sus dominios por la FUERZA se despide afectuosamente.

El Julay Luc CagantBroses

Suprunaman 10/05/06

Toda una aventura. De Chajaira

La vergüenza le prohibía mirarla directamente a los ojos, ni levantar la cabeza podía. Su prepucio sangraba después de una alocada noche de pasión.
Se conocieron, en realidad lo que es conocerse no se conocen. Coincidieron en una fiesta organizada a través de un chat en una página de contactos a la que eran asiduos.
Era la primera locura que se atrevía a hacer en toda su vida, pero la conflictiva separación con Carla había menguado tanto su personalidad, que llegó a sentirse tan mohíno y vacío como la misma vida que llegaron a compartir.
Era el momento de hacer algo realmente especial, ¿por qué no?, ¿qué tendría que perder?
Cuando llegó a la casa citada, la puerta estaba abierta, se escuchaba música alta, aunque no ensordecedora, alguien le besó nada más llegar y le preguntó el nombre. —Alberto –dijo, el alguien llevaba un trocito de cartulina con un imperdible que ponía “Luisa”, he hizo lo mismo con él, rotuló otro pedacito con su nombre y se lo trabó por fuera del bolsillo de su camisa.

—Las bebidas están en la cocina, la encontrarás fácilmente, preséntate tu mismo.

Todo el espacio permanecía con la tenue neblina de los fumadores. Se escuchaba Eagles y tarareando Hotel California se dirigió a lo que supuso la cocina. Hola…hola…, de momento nada parecía salir de eso.
Sobre la encimera había varias botellas de diversos licores, se decidió por una de Whisky no demasiado malo, abrió el congelador para servirse hielo.
Se quedó más frío que la escarcha que ahora estaba sobre sus dedos cuando una mano se introdujo por la abertura de su camisa.

No dijo nada, siguió sumiso aquella mano femenina. Era el momento de atreverse a una gran aventura, la adrenalina corría, sólo se dejaba guiar por el sonido de sus tacos al caminar.

Ella encendió la luz de la que parecía una despensa muy amplia donde había un arcón, estanterías con loza y varios electrodomésticos. No dejaba de mirarle directamente a los ojos, se puso de rodillas ante él y bajó su cremallera. De repente todo se le nubló, el pudor lo atrapó si compasión. Dio un fatídico tirón para cerrar su bragueta con la consecuencia de quedarse parte de su piel trillada.

Ahora estaba sentado en un WC, con los pantalones por la rodilla y una hermosa dama con un trozo de guata sanando su herida. Sí, toda una aventura.

Chajaira 09/05/06

La primera mañana. De Suprunaman

No era consciente si era por la mañana, medio día o la noche, lo que sí sabía era que mi tiempo menguaba a pasos agigantados.
Estaba mohíno pues ahora veía el final de mi existencia, un taco de guata húmeda cubría mi afeitada cabeza. El guardia encargado bajó la palanca y una gran descarga me dejó frito.

Abrí los ojos y me palpé la cara, los brazos, el prepucio, al parecer todo estaba en su sitio. Me hallaba en un espacio oscuro, muy oscuro, no podía ver más allá de mis pies, empecé a andar con precaución, el camino era interminable, a cada paso, mis pies se hundían en una masa parecida al lodo, al fin vi a alguien: -¡perdone, perdone! -dije, un rostro cadavérico, con los ojos amarillos y la mandíbula desencajada se dio la vuelta, tal fue el susto que al intentar dar un paso atrás no recordé que estaba hundido en el lodo y caí sentado en la masa viscosa. –Homicida ¿eh? -Dijo el extraño personaje mirándome la cabeza y se acercó a mi cara tanto que pude ver hasta lo más hondo de sus cuencas, -ya verás, ya verás, ya verás -y soltó una carcajada.
Era la primera mañana después de mi muerte.

Suprunaman 08/05/06

Palabras para el "Contemos cuentos 7"

Alcanzamos el séptimo, en el que se llegaron a escribir doce relatos, con las siguientes palabras:

ESPACIO

GUATA

HOMICIDA

MENGUAR

MOHÍNO

PREPUCIO

TACO

Para la segunda semana nos lanzamos a escribir relatos que transcurrieran en un circo. Todo un universo de contraste a nuestro alcance. Un mundo lleno de matices, con un buen resultado.

Nómada. De Monelle

Para ti Fernando, nunca te olvidaremos.

El fuerte olor de pachulí con el que embadurnaba su cuerpo, era la seña más destacable de su identidad. Años atrás emprendió el vuelo. El nido abandonado llevaba el nombre del compromiso y la responsabilidad.

“No me dejaré guiar por alerón alguno.”

Vagó por todos los lugares y ninguno, sin detenerse más que lo preciso. Fue coherente consigo mismo.
Sobrevivió con la caridad. Dejaba descansar su cuerpo en cualquier esquina. Siempre conseguía enternecer a alguien con los sones que le unían a un pasad que se le auguró de excelentes resultados, pero al que renunció.

“Mi guitarra traspasa el alma de la gente.”

Pronto las malas condiciones de aquella vida nómada, convirtieron el instrumento de su sustento en un despojo.
En la calle, los años curtieron su piel y acartonaron su espíritu.

“Estoy en posesión de la verdad.”

Se dejó arrastrar por las filosofías mundanas, y creyó lograr de cada una de ellas las claves para un camino más sencillo. Los algoritmos de posibilidad eran infinitos, y con ello alimentaba una fantasía desbordante.

“No renunciaré nunca a mis creencias.”

Preparando su alma, abandonó su cuerpo. Destrozó su salud. Del vicio de las tertulias con las que compartía sueños en las noches gélidas en los refugios de transeúntes, pasó al delirio de los días en los que no lograba sacar lo suficiente para emborracharse.
A raíz de aquellas experiencias y los miles de viajes interiores que realizó, gracias al alcohol barato de los tetra-brick, se convirtió en esclavo de la enfermedad que le consumió por dentro.

Cuando apareció tirado sobre la acera nadie se hizo cargo de él. No oyó el susurro de la muerte que le circundaba. Ignoró su presencia.

“Todo viaje concluye, es lo más dable de nuestra existencia. Las rutas nos acercan a alguna parte. Las naves siempre arriban a puerto”.

Y se entregó con mayor empeño, si cabe, a la autodestrucción. Una vez y otra, ...y otra... después de recuperado el pulso de su cuerpo ajado, regresaba a la calle, pero asegurándose de que el tambor estuviera lleno. Que al menos, no erraría en el juego de la ruleta de su vida.
Murió con el día o con la noche, no tiene importancia, sin desviarse de su senda terminó su ruta.

CRSignes/Monelle 03/05/06

Juego sucio. De Chajaira

Tenía que llegar a la estación principal como fuera.

Axel, por favor, es que no puedes ir más rápido.
No señor, el alerón trasero se ha desprendido y si voy más deprisa podríamos perderlo.
Está bien, está bien… intente otra ruta más despejada.

Necesitaba llegar a tiempo, era el elegido para ser uno de los tres cerebros que irían conectados a la central de información de genios, la capacidad para llegar a los algoritmos era fundamental, necesitaba ser el mejor y estaba en excelente forma neurótica.

Por fin, faltan diez minutos para el comienzo.
Suerte, señor.
Gracias amiga, arréglalo lo antes posible, es dable que para el viernes haya acabado.

Me dirigí rápidamente a la Fase II, allí estaban mis contrincantes con los elementos de transferencia puesto, quería tenerlo todo controlado. El instrumento regulador de fantasía ya estaba a punto en el bolsillo de mi gabán.

Señor Helseys, por favor, acomódese.

Todo empezaba como se esperaba, las secuencias invadían mi cerebro y todo aquello imaginario o sin lógica aparente era desviado al regulador de bolsillo, no podía fallar de ninguna manera, sería el cerebro más concreto del Consejo del Gobierno Nacional. Estaba concentrado al máximo. El jurado rondaba a mi rededor, pero no se darían cuenta, no detectarían ni una sola señal.

Pero no fui perfecto, el detonador de mi instrumento empezó a pitar.

Por favor señor, vacíe todo lo que tenga en los bolsillos.

Fue así como descubrieron mi as en la manga, no solamente fui expulsado del C.G.N. sino que acabé en el mayor suburbio de los barrios bajos, trabajando para los casinos de la objetividad.

Chajaira 02/05/06

Compañeros de viaje. De Suprunaman

Estaba en una de esas clases de mates soporífera y caí en el profundo sueño de la “última fila”, soñé con un viaje excelente al centro de la Calabaza, iba subido en una escoba aerodinámica rematada por un alerón, los algoritmos y las matrices daban forma a una ciudad de fantasía, vi a un uno que iba solo como la una, los “doses” iban a pares comentando el partido de los números primos, encontré también un viejo centenario que me habló de una montaña, donde un fotógrafo que no tenía un pelo de tonto tocaba un instrumento con el cual hipnotizaba a aquel que subía a su castillo y lo torturaba con películas de Manolo Escobar.
Yo que era valiente, pues este era mi sueño, decidí subir a dicho palacio, como Ulises quería escuchar el canto de las sirenas, fui a una frutería que había en el mercado y compré dos plátanos que me metí en las orejas y empecé el camino que llevaba al castillo del fotógrafo loco, subiendo por la senda, me tropecé con un Gringo que quiso acompañarme, pues no creía que pudiera llegar solo, -El camino es peligroso, dijo.
Al cabo de un rato de caminar se nos acercó un pequeño tren, -Locomotoro me llamo y os llevaré arriba de la montaña, también vimos a la reina de las palabras, Monelle nos dio una receta mágica con las que podríamos abrir la puerta aun sin tener las llaves, seguimos para arriba, ya divisábamos la puerta, nuestro aventura era ya algo dable.
Al llegar al portal dijimos las palabras que Monelle no había dicho “Carabirubí, carabiruba” y la puerta se abrió sin más, Horus nos esperaba armado hasta los dientes con sus soldados romanos –por la gloria de Roma, dijo y empezamos una batalla de chistes, agotados por la risa, Horus decidió unirse a nosotros para ver a Mon.
Al vernos, el fotógrafo loco tocó el instrumento mágico hasta que nos hipnotizó y enchufó la peli “El padre Manolo”, como yo llevaba los platanos en las orejas, conseguí salvar a mis compañeros de viaje.
Aquarella diosa del país, nos pintó una preciosa luna llena y un cielo estrellado, entonces sacamos el “Frangelico” y Mon se unió a la fiesta.
Mis fuertes ronquidos ya duraban tres minutos y el “profe” con su varita matemática me expulsó a la sala del director.

Suprunaman 01/05/06

La falsa agencia de viajes De Naza

Cuando la conocí pensé, nunca me podrá tocar la lotería. La suerte difícilmente llama dos veces a la misma puerta. Coincidimos en el aula de estadística, en ese momento forcé la salida de clase para coincidir con ella en el angosto pasillo. Recuerdo que ella se giro, parecía buscar a alguien entre aquella maraña de cabezas, se encontró con mi media sonrisa; ni se inmutó, me esquivó, me ignoró y yo me enamoré más de lo que lo había estado nunca.

¿Cómo hacer para acercarme a ella? Los estudios no parecían importarle en demasía, sus notas la delataban. Era una de esas chicas a las que no le haría falta estudiar, contaba con lo indispensable para triunfar en esta vida; su belleza. La imaginaba en un futuro del brazo de un hombre que le permitiera mirar el mundo con desdén. Debía conseguir ser ese hombre. De momento esa opción no era dable para alguien como yo.

Mi aspecto vulgar tenía una ventaja; el poder estar cerca de todo sin levantar sospechas. Entonces supe de sus fiestas, supe de su amor por los coches deportivos de grandes alerones, y por todo lo que le hiciera sentir esa sensación; el pasar de cero a cien en tan sólo ocho segundos.

Cuando te planteas decisiones en la vida, debes asumir los riesgos que conlleva, y sopesar si el triunfo de lo que busca prevalece por encima de las, llamémosle, incomodidades.

La primera vez que le propuse viajar ella me miró sorprendida. Sólo aquel instrumento me podría acercar a ella. Judith, la chica de grandes ojos negros y piel sensible le pareció mi propuesta una idea excelente; siempre estaba a expensas de que los demás le ofrecieran su dosis de vida.
Me entregué a ella, me dejé sumergir en ese infierno cálido; no necesitaba nada más. La fantasía que rondaba en mi mente desde que la vi se hizo realidad en aquel sótano al que llamamos el algoritmo, un juego de palabras; un local cedido por la rectora de la universidad en su deseo de que sirviera de punto de encuentro entre estudiantes, y que se convirtió en un tugurio clandestino de disfrute de todo lo prohibido.

Desde entonces me convertí en su mecenas y ella en mi protegida, cuando todos me dieron la espalda los dos nos convertimos en esclavos de esa falsa agencia de viajes que se llama heroína.

Naza 01/05/06

El día del Astro. De Suprunaman

Mil doscientos islotes de coral esparcidos por el Océano Índico, un entorno natural, playas interminables y un clima excelente; esto son las Islas Malvinas.
Durante la Gran Guerra, este paraíso de fantasía se convirtió en zona estratégica para los ingleses quienes modernizaron su base de Gan y el aeródromo militar de Huele terminada ya la Guerra.
Una revuelta dirigida a los cabecillas y a la aristocracia que apoyaban la soberanía inglesa, propició la muerte de muchos argentinos que allí vivían.
El 22 de junio de 1986 es un día que los argentinos no podrán olvidar, Argentina e Inglaterra se veía las caras en la final del mundial y aunque los jugadores dijeron que el partido no tenía nada que ver con la revancha de la perdida de las Maldivas, podía ser un buen instrumento para humillarlos.
Él sería el ejecutor, fuerte y astuto, como si de un semidios se tratara maquinó sobre el césped una perfecta obra de arte, “diez segundos, diez toques, un héroe con el número diez”, Enrique jugó en corto para Diego que estaba cubierto por dos, sus pies se balanceaban adelante y atrás como lo hace el viento con el alerón de un avión, eran unos movimientos precisos, como un algoritmo, al ver que Reed corría y no podía alcanzarlo, a Diego le entraron unas ganas muy grandes de correr, ya solo delante del portero su gesta se convertía en dable ante la mirada atónita del público, la paró con la derecha y el portero se lanzó vencido fue entonces que cambió el balón de pierna y chutó un zurdazo que casi rompe la red. Fue el gol de su vida, era de esos goles que uno desea marcar jugando con los amigos, en cambio él había conseguido marcarlo en un mundial y por ello le daba las gracias a Dios.
El segundo gol fue de pase a la cabeza, pero iba tan lanzado que no pudo evitar ponerse la mano detrás de la cabeza y meterlo con el puño, los ingleses protestaban enérgicamente, no era posible que le hubiera quitado de las manos el balón al guardameta, y Diego no pudo evitar alzar el puño hacia el cielo, ahora podía decir que el gol había sido con la mano de Dios, mientras Valdano le decía Ssssshhhh con el dedo en la boca.
¿Qué más agregar? Sólo las palabras del mismo Maradona: “Yo soy Diego”.

Suprunaman 28/04/06

La inspiración del artista De Monelle

¡Ahora si! ¡Excelente!

Contemplaba su obra con el valor añadido del trabajo bien hecho.
Meses atrás, cuando aquello era tan sólo una fantasía ambiciosa, había caído en una profunda depresión de la que no hubiera salido de no ser por su esposa.
Terminada su carrera, su nombre había sonado con fuerza gracias al proyecto con el que la culminó. La obra, en sí, no era gran cosa, pero por su originalidad fue considerada, por la crítica, como el hecho artístico más destacado del año.

¡Lo que hace el marketing!

Afirmó para sí, después de que una cadena local de supermercados comprara aquella escultura para la entrada de uno de sus establecimientos en expansión.
De aquello había pasado cinco años. Durante ese tiempo, Jorge se dedicó a la búsqueda de concursos con los que consolidar su denodada fama. Había restringido su trabajo, el algoritmo de posibilidades era nulo, hasta el punto de que, ante su negativa para preparar exposiciones, los galeristas se olvidaron de su nombre. Por ello fue que se ofuscó.
Horas de insomnio dando vueltas a un papel en blanco, recorriendo el espacio de su estudio: apilando fango, que endurecía al aire en espera de la idea que lo modelara; sufriendo lo indecible y haciendo sufrir a Clara que veía en aquello la gota que colmaría el vaso de su relación.
Convencerle, mejor aún, hacerle comprender lo dable del proyecto se convirtió en la misión más importante.
La convivencia no había sido un camino de rosas, es más, el matrimonio se sostenía gracias al trabajo remunerado de ella, pero si esto seguía así acabaría abandonándolo. Verdaderamente le quería. Por nada del mundo deseaba hacerle daño.
Una noche, después de observar a Jorge en su estudio, desde el alerón del porche, entró decidida para ofrecerle cualquier cosa con tal de verle satisfecho.

- ¡Es magnífica Jorge! Innovadora. Diría que extraña. Un día de estos tienes que explicarnos de qué material está hecha. Sinceramente te felicitamos. Ha valido la pena la espera, sólo deseamos que no demores tanto tu próximo proyecto.

Regresó a casa satisfecho. Nada podía ofuscar su triunfo.
Cerró la puerta de su dormitorio y se recostó. Miró a su lado lamentando la ausencia de Clara.
Convencido de haber obrado conforme a sus deseos cerró los ojos para descansar. A fin de cuentas, de ella surgió la idea de servir de instrumento para su triunfo.

Monelle/CRSignes 270406

La navaja. De Locomotoro

Es otoño, esa extraña estación que marca el paso entre la vida y la muerte. En el bosque, todo se ha vuelto color marrón, un marrón intenso como el sonido de las hojas secas bajo mis pies desnudos. Más allá del bosque, en el claro puedo ver la cabaña donde vivo.
Rebusco entre la hojarasca del suelo y recojo un pedazo de rama medio seca, ideal para ser tallada, mientras me dirijo a la cabaña... esa es mi vida, sencilla y ajena a complicaciones.
Llego y me siento en una vieja mecedora que tengo asentada bajo el alerón de chapa que me hace de porche mientras contemplo ante mí el excelente paisaje que me brinda el bosque. Trato de conciliar el sueño mientras sobeteo el pedacillo de rama de roble que he encontrado, acariciando cada forma, soñando mil fantasías.
Finalmente, y tras un pequeño descanso, decido una forma, la forma de una mujer que de vez en cuando me visita. No sé aún como se llama, ni sé a qué se dedica, simplemente me observa con ojos tristes, callada... luego desaparece.
Mi cabeza trata de formular cada algoritmo que me permitirá sacar todas las curvas de la figura.... pero solo consigo recordar sus ojos. Al final saco la navaja de mi bolsillo... esa navaja que utilizo como único instrumento para todo.
Soy viejo y estoy cansado, pero cada vez que veo a esa mujer me siento joven, más vivo. Mis manos van tallando con destreza esa forma que recuerda mi mente, y poco a poco va apareciendo una figura que se le asemeja bastante.
La he terminado, y ahora contemplo la silueta del pequeño pedazo de madera al sol del ocaso. Pero no es su silueta solamente lo que veo, detrás del oscuro perfil aparece ella, ella que me está mirando con sus ojos tristes. De pronto sonríe y su expresión se vuelve amable. Quiero hablar con ella, acercarme, tocar su piel, conocer su olor... así que rebusco en mis bolsillos algo, un objeto bello, algo dable. Pero no lo encuentro... y mis dedos solo tropiezan con mi gastada navaja. Quiero levantarme, pero a pesar de que me siento joven mi cuerpo me resulta pesado y es ella quién se acerca a mí.
Sus labios tropiezan con los míos mientras su mano me coge y me lleva, lejos de la cabaña, lejos del otoño.
Es otoño, esa extraña estación que marca el paso entre la vida y la muerte.
Más allá del bosque, en el claro puedo ver la cabaña donde vivo, pero ya no hace falta que vaya. En el suelo del porche, bajo el alero, he dejado mi navaja.

Locomotoro 260406

Imagen: Árbol de la muerte. ©Verónica Guzmán (México, 1970) extraída de: http://www.veronicaguzman.com/

Una transmisión veraz. De Mon

Encanados como locos, gesticulando como posesos, como si quisieran quitarse cientos de avispas de la cara, ¿contradictorio quizás? O ¿ese es el comportamiento de un grupo de misteriosa procedencia, llenos de locura, tal vez embriagados de fantasía?
El entorno resultaba excelente para clavar las tres patas del teodolito, alto, despejado y de aspecto firme. Solo era necesario orientar bien el instrumento y esperar la caída de la noche.

25 de Septiembre de 1967
Colina de Masada (Desierto de Judea, cerca del Mar Muerto) Jerusalén.

Algunos escritores citaban entre líneas este lugar de extraña composición morfológica, seguramente en los libros de batallas que narraban las épicas aventuras de los Sarracenos por estas tierras. Pero no es esto lo que nos trae aquí, hemos venido precisamente por lo contrario, hemos detectado en el centro de radares del Monte Palomar un extraño y débil rebote de onda corta que precisamente tiene uno de sus principales valles justo en el centro de este enorme y plano montículo de 440 metros de altura. Las señales han podido ser descifradas por agentes de la KGB y vaticinan un contacto del exterior de nuestro planeta, casi seguramente en son de paz.

Resulta dable la conjunción de coordenadas halladas por nuestros mejores científicos, es justo aquí el lugar preciso de máxima recepción, unos 120 milivoltios es incluso una cifra nada despreciable para venir del espacio.

Las lecturas son directamente perforadas en papel continuo, a simple vista logramos adivinar ciertos algoritmos matemáticos y series de números en combinaciones binarias.

El último mensaje ha sido aterrador. “Vais a morir en el verano de vuestro año 2006”

Entre risas y algarabía por parte de los científicos escépticos pero con cierta preocupación por parte de los fenomenólogos, acaba una dura jornada de recogida de datos en lo alto del gigante de piedra.

Ya en el hotel algunos comenzaron a contar los años que faltaban para la fecha señalada, 38 años.

-Jajaja, ¡cuanto tiempo, nunca llegaremos a verlo probablemente nuestros hijos sí…!

Hoy tengo miedo, soy el único de la expedición que queda en vida y estos datos se mantenían en riguroso secreto.

24 de Abril de 2006
En algún lugar de España

Solo puedo enviar este correo electrónico y avisaros que faltan 45 días y que el mensaje no se ha interrumpido, aportando nuevos datos, en todos estos años. Yo no estaré el día señalado ya no puedo sostenerme sobre el alerón.

Mon 250406

Entierro prematuro. De Suprunaman

Constantino Castellano era el menor de tres hermanos, sus padres siguieron el negocio familiar, el tráfico de alcohol. Constantino no llegó a terminar octavo curso, los algoritmos no eran lo suyo y empezó a integrarse en la familia.
No era un gran asesino, era más bien un negociador aunque no renegaba de las pistolas.
En poco tiempo la vida de Constantino se volvió excelente, su fama aumentaba y sus propuestas dables, cada vez gustaban más a los miembros de la familia, que veían aumentar sus cajas de caudales.
Vivía en una mansión enorme, fue entonces cuando Constantino conoció a Linn, una joven a la que contrató como asistenta. Pronto surgió entre ellos algo especial, a Constantino le parecía estar viviendo un cuento de fantasía.
Eran tan felices que hasta decidieron casarse, Linn empezó a preparar todas las cosas de la boda, en unos cuantos meses estaría todo preparado.
Pero los negocios de Constantino dieron un giro, todos sus envíos eran incautados por el FBI, empezó a perder puntos entre la familia, no acababa de entender que es lo que ocurría, probablemente había un chivato entre ellos.
Era el día de la boda, Linn estaba preciosa, vestida de novia, Constantino paseaba nervioso por toda la casa, al llegar a la cocina escucho unos pequeños zumbidos, la cocina era el lugar donde realizaba gran parte de sus negocios, y movido por un impulso miró bajo la mesa descubriendo un micrófono escondido, fue a la habitación de Linn y le preguntó:

-¿Qué es esto Linn? ¿De dónde ha salido?
-No lo se Constantino.
-¿Quien ha estado aquí? Dímelo. -dijo con un tono de voz alterado
-Vino un hombre, -dijo ella llorando
-Dios mío, ¿el FBI?
-Me dijeron que sabían de tus negocios y que te encerrarían a menos que tuvieran información de tus compradores.
-Dios Linn, te han utilizado como un instrumento en mi contra y ahora ya no hay solución.

Constantino hizo una llamada y aparecieron dos tipos en un coche familiar beige, rematado por un alerón.

- Vamos Linn -dijo Constantino
-¿Dónde?¿Dónde? -dijo llorando, su tez blanca tenía ahora unos chorreras negras que le resbalaban por la cara. Constantino le tapó los ojos con una venda y le dio un beso.

Estaba oscuro allí dentro, olía a tierra húmeda, estaba metida en una caja aterciopelada, por más que gritara, Linn ya estaba muerta.

Suprunaman 24/04/06

Palabras para el "Contemos cuentos 6"

Las palabras propuestas y sugeridas para esta quincena fueron las siguientes.

ALERON

ALGORITMO

DABLE

EXCELENTE

FANTASÍA

INSTRUMENTO

Para la segunda semana se sugirió la creación de relatos de viajes que podían ser: en cualquier persona verbal; a modo de carta, crónica o diario; o simplemente un relato que tratara sobre ese particular.

La revelación. De Naza

Mamá, no quiero dormir en esa habitación, déjame dormir aquí contigo.
No hijo. —La madre no quería concesiones.
Por favor. —Repetía entre mimos y pucheros
No seas bebé. Vete a dormir a tu cuarto.
Ese no es mi cuarto, -protestó
Quiero hacer pis. —El niño buscó una nueva estrategia.
Ahí tienes el orinal. Y deja de molestar. Vas a despertar a todos.
Mami, es que tengo miedo.
¿Miedo, a qué tienes miedo?
A los hombres del cuadro.
Pero...Si es Jesús y los apóstoles en la última cena. Jesús te protegerá siempre, no debes tener miedo.
Pero le brillan los ojos en la tiniebla.
¿En la tiniebla? ¿Quién te ha enseñado a ti esa palabra? ¿Lo ves? Eres un fantasioso y sólo tienes cincos años. Vaya elemento estás hecho.
Mañana quitamos el cuadro y ya me voy a dormir. ¿Vale? —El pequeño jugaba sus últimas bazas.
Sabes que no podemos quitar ese cuadro, tu abuela es muy devota de la Santa Cena, y estamos en su casa, se molestaría si hiciéramos eso. Estás temblando hijo, vete a dormir, estás acabando con mi paciencia.
No puedo mamá, además de brillarles los ojos todos me miran. —Aducía entre sollozos.
No insistas niño, te he dicho que hoy no dormirás en mi cama. Y deja de inventarte historias. Hoy no cederé.
Mamá, —el niño compungido llamó a la madre— es que además de mirarme, me hablan.
¿Te hablan? ¿Y que te dicen? —La mujer se sorprendía de la capacidad por inventar de su hijo.
Hay uno de los que no tiene barba, ese hombre llora y me dice; ¡no he sido yo! tienes que saberlo antes de que te engañen.

Esa frase confundió a la mujer. ¿Cómo podía tener su hijo tanta inventiva?

¿Y dices que te habla uno de los del cuadro? ¿Si vamos a tu habitación me dirás quién es?
Si, pero no es mi habitación. —respondió el niño.

Sobre una pared hecha a base de mortero, encalada hasta el suelo, un cuadro se sostenía gracias a una alcayata también blanqueada.
Cuando la madre pellizco el interruptor los ojos dejaron de brillar.

Señálame quién es el que te habla.
Éste mamá. —Con su pequeño dedo índice el niño señaló a Judas.
¡Jesús! —dijo la madre sobresaltada.

Un niño dormía feliz, tenía su pequeño brazo echado sobre el vientre de su madre y sonreía.

Naza 22/04/06

Santos sin aureola. De Mon

Paseando borrachos como cubas iban Crisosforo y Mentescaldo intercambiándose cachetes a lo largo de la gran avenida central.

No sabes distinguir entre un devoto y un patán, Mentescaldo… hace tres años que murió tu tía harta de comer pasteles de Estepona y aún sigues presentando cierto cariño hacia esos empalagosos dulces.
Si es que no hay nada como darle un buen tiento a la mistela y después rellenar los huecos de las encías con unos buenos azucarados…
“¡Cochino! espetó Mentescaldo, eso es lo que eres”

Ambos se conocían desde la infancia, una época dejada atrás entre tinieblas de represión y hambruna de la post guerra. Eran vecinos y buenos amigos, no les gustaba trabajar y les encantaba el tango, tierna melodía de arrabal.

Crisosforo, ¿te acuerdas de Neni, la hija del butifarrero?, ¡aquello si que eran pechos, eh! ¿Te acuerdas cuando se agachaba para recoger con mimo las hojas de eucalipto?
¡Claro que me acuerdo! Eran redondas como una botella de anís, grandes como una manzana reineta y seguramente duras como un canto de rodeno. Ay madre, ¿qué habrá sido de ella?
¡Menudo elemento estas hecho! Ya sabía yo que esa niña no se te iba a olvidar nunca.

Abrazados bajo una farola intentaban evitar el movimiento de la escena que parecía acercarles al final de la calle donde nada ni nadie les esperaba al término.

Mentescaldo, agáchate que alguien asoma al balcón
Cuidado Crisosforo

“Agua vaaaaa….” Se escuchó con voz firme. Ambos solo pudieron ver el resplandor del orinal esmaltado en blanco con ribete azul asido con buena decisión.

Ves, siempre acabamos igual, tu agachado y yo untado por fuera y por dentro, eso no volverá a ocurrir.
No, Crisosforo, hasta la semana que viene no, viene mi primo de Almería y trae un ron que dice destilar él mismo, será cuestión de acudir a la pastelera…y que prepare el mortero.
Tú siempre igual…jajajaja…

Esta es la historia de Crisosforo y Mentescaldo, dos amigos a los cuales no les importaba ni lo que había al final de la calle, entre otras cosas porque nunca llegaban.

Bien podría ser una moraleja

Mon 19/04/06

Disociación. De aleisterdeleden

“El que es hábil en la batalla emplaza al otro,
no es emplazado por él”

Sun Tzu

Había machacado en el mortero la mezcla de hierbas. Tras un día de ayuno el olor le resultaba menos nauseabundo, aún así Al no pudo reprimir una arcada. Vertió el contenido en el Copón, un orinal esmaltado que utilizaban como cáliz, más que nada para provocar. Acto seguido puso, con mimo, el agua hirviendo y lo dejó reposando en la vieja cripta del monasterio abandonado. Así, en tinieblas, debía permanecer toda la noche. En cuanto salió el sol realizó el Ritual Menor de Destierro del Pentagrama y solicitó protección a los elementos. Después se desprendió de su túnica y se bañó con el líquido del Copón que pasó por su piel al torrente sanguíneo y Al notó cómo se iluminaban todos sus chacras, el Pilar de en medio surgió con fuerza y su consciencia salió por ese mismo canal fuera del cuerpo. Se vio flotando, su organismo parecía profundamente dormido mientras su cuerpo astral comenzaba a volar. Se lanzó rápidamente hacia una espiral que se abría ante él, apareciendo en un yermo paisaje viscoso, el Bajo Astral. Debía actuar rápidamente para realizar el desdoblamiento pactado con Alter. Con aire devoto extrajo a Malleus de su vaina y entonó el mantra de disociación: Sol, do, sol, mi, sol, do… con las sílabas secretas de los nombres de ambos. Debía actuar con rapidez pues las larvas del lugar ya habían detectado su energía y no podía permitir que le sorbieran ni un ápice. Alzó la espada, su cuerpo comenzó a vibrar violentamente creando una doble imagen. Permitió que Alter pasara a la forma especular, trazó con Malleus un círculo en el aire que se materializó al instante y, sin dejar de repetir su cántico, clavó la espada en el centro mismo del escudo multicolor que se había formado. La explosión hizo que ambos cuerpos astrales salieran impulsados hacia arriba, mientras observaban como aquellos seres informes se desintegraban por la fuerza de la misma.
Regresaban hacia su cuerpo, uno para ambos, pero temporalmente, como habían pactado, Al lo observaría desde fuera mientras Alter lo ocupaba en exclusiva… hasta su muerte.

Aleisterdeleden 19/04/06

Implacable y mortal. De Suprunaman

Me hubiera gustado ser uno de esos fotógrafos de Playboy, estar todo el día contemplando hermosas señoritas desnudas, pero eso no les ocurre a los chicos como yo, la necesidad de buscarme la vida para sobrevivir me llevó a un callejón sin salida, siempre oculto, viviendo en el más absoluto anonimato.
Escondido entre las tinieblas de la noche preparo mi cámara, tan temible como un revolver.
Ahí está ese ministro con sus putillas, su coche elegante y su asqueroso rostro de arenque podrido.
Flash, flash, flash, una vez en la habitación no las trata con tanto mimo, en su maletín lleva ciertas herramientas, flash, flash, la escena es terriblemente asquerosa, flash, flash, prefiero no pensar en lo que está haciendo y aprieto el gatillo sin cesar. Cuando el muy cabrón vea esas fotos va a necesitar más de un orinal.
A la mañana siguiente.

Señor ministro, ha llegado éste sobre para usted.

Al abrirlo, su cara se descompone, pasa una foto tras otra, siente un leve mareo y despacio se tambalea hasta el sofá.

Necesita agua señor. —le dice el vigilante.
No, no, no es nada.

Y empieza a leer la nota:
“Siga estas instrucciones como si fuera un devoto y estas fotos no verán la luz. Intente jugármela y la ciudad será empapelada con estas preciosas fotografías artísticas.
Solamente quiero diez millones de euros, métalos en un a bolsa y déjelos en la estación del norte, tiene una hora.”

¡¡Maldito!! —Grita el ministro, lo prepara todo tan rápido como puede y sigilosamente abandona su despacho con una pistola metida en el bolsillo.

Está a la hora indicada en el lugar de la cita, deja la bolsa, me acerco y la cojo no sin antes mirar a aquel despreciable elemento.

Dame el carrete, venga maldito chantajista.
¿Se lo pasó bien anoche, señor? —le pregunta con cierta ironía.
¡Como trates de engañarme, no tendrás lugar donde esconderte!
Cree que sus amenazas causarán efecto.

Le doy un pequeño contenedor para que se calle, el muy idiota no sabe que yo disparo con digital.
Mañana por la mañana su carrera e incluso su vida se tambaleará, pues mis fotos cual mortero bombardearán toda la ciudad, ¿Crees que podrás hacer algo desde tu silla eléctrica maldito asesino?

Suprunaman 19/04/06

Visita nocturna. De Monelle

Tía Engracia se había empeñado en querer que la acompañara a un largo viaje, algo que no me hacía ni pizca de gracia. Su casa estaba repleta de santos y reliquias; era un lugar de devoto recogimiento; intuía que la vida, junto a ella, podía llegar a ser una pesada carga.

¡Ave Maria Purísima!
Adelante hijo.

A Soledad, mi tía, la había intentado ingresar en un convento antes de que se enamorada de Justo, el lacayo de mi abuelo, y se casara con él.

Pasa Rafael. Tu tía, está en la capilla... rezando.

Se acercó con mimo para darme un beso. Por suerte, tía Engracia, estaba levantándose ya.

¿No piensas besar a tu tía? ¿A qué se debe tanto honor?
Anoche me pasó algo extraño.
Ofrécele el brazo a esta anciana y sigue contando —me dijo.
Tía, ¿usted cree en el Príncipe de las Tinieblas?
¡Ave María Purísima! ¿A qué viene ese interés? —dijo santiguándose.
Serían las tres de la madrugada y me despertó un fuerte hedor. Al abrir los ojos me encontré, cara a cara, con un extraño individuo.
Y ¿cómo dedujiste que ese elemento era el Maligno?
Después de presentarse comenzó a hablar; me dijo que debía pagar los pecados de su pasado, tía.

Tía Engracia palideció. Si no llega a estar asida a mi brazo, cae en redondo.

Pero ¡no tuvo tiempo de más!
Y ¿cómo es eso?
Porque antes de que pudiera continuar, metí mano bajo la cama, saqué mi trabuco, aquél cuyo estruendo parece el de un mortero, y disparé.
¿Escapó? —dijo mi tía muy asustada.
Que ¿si escapó? Fue tal el susto, que en su estampida, se lo llevó todo por delante.
Gracias hijo mío. No sé cómo te lo voy a pagar.
¿Pagarme? Tía, lo que debe hacer es estar atenta, no sea que ahora vaya directamente a por usted.

Por Soledad supe que mi tía, cayó enferma. Por lo visto, no abandonó el orinal en toda la noche, tal fue la descomposición que por el miedo se le formó en el cuerpo. Aunque lo mejor de todo vino al día siguiente, cuando me anunciaron que había suspendido su viaje.

CRSignes/Monelle 170406

Historias del pollo pelado. De Suprunaman

Y se hizo la luz y todos pudieron verse las caras, los tomates estaban metidos en una bolsa, la lechuga empezaba a arrugarse, había un brik de leche abierto, fue entonces cuando llegaron nuevos vecinos, un pollo pelado y unas enteritas. Se cerró nuevamente la puerta del frigorífico.

Menudo frío hace aquí, —dijo la enterita, —yo pensaba que el agua del mar en otoño era gélida.
Pues yo estoy como el hielo, —dijo el pollo pelado, —yo vengo de Ávila, y no estoy acostumbrado a esta temperatura. ¡¡¡¡Ay!!!!, —dijo luego, — ¿Cómo me gustaría volver a estar en mi antiguo trabajo?
¿Y dónde trabajabas? —dijo el brik.
Pues trabajaba en un “puticlub”.
Venga pollo, eso no te lo crees ni tú, que va a hacer un pollo pelado en un “puticlu”.— Dijeron los tomates al unísono.
Me gusta que me hagáis esa pregunta, yo nací en un corralillo hecho de mortero y paja cerca de Ávila, no había ponedoras, así que se dispuso un orinal donde las pollas pudieran poner sus huevos y…
Corta el rollo y ves al grano que como nos tengas que contar toda tu vida te van a dar las uvas, —dijo la enterita.
Esta bien, lo cierto es que yo era muy mimoso y un poco viciosillo, devoto del sexo y buscaba siempre algún rincón para pasármelo bien, un día, vino la regenta del “Puti The Palmeiros” a comprar huevos y al ver lo que estaba haciendo, pensó que sería bueno incorporar a su espectáculo de muchachas un elemento zoofílico y así he estado durante seis meses ganándome el pienso.
¿Entonces eres un “puto” pollo pelado? —Dijo la lechuga pocha sacando pecho
No, no, yo soy un showman, yo lo que hacía era contar chistes verdes mientras las chicas se desnudaban y bailaban.
Venga pues, anímanos un poco la velada, que dentro de poco pasaremos a ser devorados y ya está… —dijo la enterita.
Venga, sólo os contaré uno, es mi chiste estrella, ahí va: “—¡Caperucita! ¡Te voy a comer algo que no te ha comido nadie!
- ¡Qué pardillo eres lobo! Como no sea la cesta.”

Todos empezaron a reír. En ese instante se abrió la puerta del frigorífico y cogieron al pollo pelado, seguro que habría pollo horneado para cenar y las tinieblas volvieron a invadir el pequeño frigorífico.

Suprunaman 17/04/06

La niña quiere ser artista. De Monelle

Se lanzó al mundo de la farándula con el único apoyo de su abuela, una sevillana “mu resalá” reconvertida a valenciana desde hacía más de cuarenta años, pero que no había perdido ni una “mijica” de su gracia.
Manuela había dejado los estudios como quién cuelga la sotana.
El día que Manuela se lo dijo, preparaba un “arrós a banda” para toda la familia. El mortero, repleto de ajos, aguardaba la paciencia de la anciana experta en preparar “all i oli”.

¡Menudo elemento estás hecha! ¡Ozu mi arma! Filleta meua*, ¿has pensado lo que dirán tus “pares”?
No abuela. Me imagino que se negarán en redondo, pero he decidido que quiero ser artista.
No te preocupes Manuelilla. Ya me encargaré yo de ellos, pero debes hacerme caso y esperar. Te comprendo, cuando niña también yo tenía mucha “grasia” y estuve a puntito de “haserme” artista... Eran otros tiempos y no tuve “er” coraje suficiente. Recuerda que con lo devotos que son tus pares pueden montar un “la de Dios es Cristo” que ni te imaginas.
Gracias yaya. ¡Eres la mejor!

Con mucho mimo continuó con su “all i oli” mientras Manuela, por detrás, la agarró de la cintura para darle el más grande de los besos en la mejilla.

Durante un año, la abuela fue allanándole el terreno repleto de tinieblas e incertidumbres, hasta conseguir que su hija y su yerno consintieran, al menos, que la niña lo intentara.

Mire abuela, —dijo el padre de Manuela a su suegra— no quiero parecer agorero, pero dudo de que mi hija tenga futuro.
— ¡Mira que puede llegar a ser “malaje” tu “marío”! —Dijo dirigiéndose a su hija que ya se temía una acalorada discusión— ¿Qué te apuesta?
Prometo llevar... —giró rápidamente la vista buscando algo que agarrar y tiró del asa de un cacharro para alzarlo sobre su cabeza mientras decía —Prometo llevar esto en la cabeza —lo levantó bien alto— por casa, durante el tiempo que me diga, y tan sólo me lo quitaré para dormir.

Las risas de las dos mujeres comenzaron a resonar al ver a aquel hombre con el orinal en alto.

Jajajajaja Pues Lolo, ya puedes comenzar a ponértelo que la semana que viene tu niña “zale” por la tele, y creo que comprobarás “enceguida” el salero que ha heredado de su abuela.

*"Filleta meua"= Hijita mía

Monelle/CRSignes 14/04/06

La trinchera. De Naza

Aquella noche confidencialmente me lo comunicaron. “Cabo, prepare a sus hombres, al amanecer avanzaremos definitivamente”. Y Casi lo preferí. Tres meses en esa asquerosa, pestilente y húmeda trinchera me daba razones más que suficientes para agradecer el final de aquella locura, donde los cascos de los muertos eran usados como orinales, para recordarnos que una vez fuimos seres civilizados. Luego los lanzábamos al enemigo en la confianza de hacer blanco.

Tres meses de nerviosismo que llegaba a la desesperación cuando la noche cubría el páramo y la niebla nos convertía en seres invisibles. Y a ellos también. Nos acostumbramos a casi todo. El fuego de mortero, silbaba sobre nuestras cabezas. Los de la trinchera arreglábamos nuestros asuntos a escopetazos y cuando la tregua no pactada llegaba, los insultos sustituían a las balas.

A pesar del tiempo transcurrido éramos incapaces de ponerle rostro al enemigo, pero eso no impidió ponerle un nombre. A partir de aquel día todos los alemanes se llamaron Gunter Smidt.
Una noche en un intercambio de insultos antes de retirarnos a descansar, desde el otro lado de la trinchera nos llegó un mensaje muy claro. “Gabachos vais a morir todos, lo juro como me llamo Gunter Smidt”. Ese fue su error, ponerle un nombre al enemigo.

A partir de ese día todos nuestros insultos tenían el mismo nombre.

Gunter Smidt. ¡Que bien folla tu madre! —Le decíamos en un perfecto alemán, aprendido para aquellas frases.
Gunter Smidt estamos con tu hermana, no puede saludarte porque tiene la boca ocupada. —Las risas acompañaban aquellos mensajes.

No debimos insultarle.

A partir de una noche cualquiera. Cuando el tedio se apoderaba de nosotros y la tiniebla cubría el páramo, un grito rompía el silencio. Con la llegada de la temida y odiada niebla, sabíamos de antemano que esa noche sería una noche trágica. Los guardianes se comunicaban con señas, como si fueran mimos y siempre, ojo avizor. Gritos, carreras y el desenlace. “Mi cabo han asesinado otro centinela”. Algunas noches, cuando la niebla lo invadía todo, de nuevo el aullido y luego la muerte. De esa guisa los mejores elementos de mi unidad abandonaban la guerra sin posibilidad de detener al asesino.

¿Otro francés muerto? —Reían desde el bando enemigo.
Recordad el nombre de quien os va a matar uno a uno. Mi nombre es Gunter Smidt y todos seréis devotos forzosos de mi cuchillo.

Naza 14/04/06

Piratas. De Suprunaman

Todo el mundo lo conocía como el capitán Tiniebla, tenía una pata de palo, un garfio por mano y un parche en el ojo que mostraban la agitada vida que había llevado, tenía una perilla color violeta y un corte de pelo peculiar, pues parecía que le habían puesto un orinal en la cabeza y le hubieran recortado las puntas sobrantes.
Su tripulación no era menos peculiar, patas de palo, garfios por manos y parches en los ojos.
Un día, mientras Mortimer limpiaba con mimo el mortero de cubierta, el vigía divisó un barco inglés navegando velozmente.

Un baba, un baba
¡Español! —Grito Tiniebla
Ingginggg, —dijo el tartamudo vigía
Mi tesoroooo —pensó
— ¡¡¡¡Fuegoooooo!!!!

En ese momento se oyó una explosión y Mortimer ascendió y ascendió hasta el infinito donde desapareció.

Acércate timonel —vociferó, —izquierda y derecha, derecha e izquierda. —Un aparcamiento de sobresaliente. — ¡Ganchos fuera!

Clop, Clop, Clop, Clop

Arrimar
Buuuuabuuuabuuua
¡¡¡¡Al abordaaaaajeeeeee!!!!

Cincuenta piratas devotos del acero y sedientos de sangre se balancearon hacia el buque, a la luz de la mañana brillaban los garfios, las patas de madera exhibían su color caoba, los parches negros auguraban la muerte.
En una mano la espada, en la otra el garfio, chas, chas crujía el acero corsario.
John Smith, capitán inglés, salió de su camarote limpiándose los labios, acababa de tomar su desayuno, zumo de naranja, huevos fritos y tostadas con mantequilla, perezosamente sacó su revolver y disparó al aire, con el fragor de la batalla nadie se enteró del susodicho estallido.

¡¡¡Basta, basta!!! —Desgañitaba John con una voz ciertamente afeminada.

Expectación en cubierta.

Sois malos —dijo el capitán, — ¡¡¡Rústicos!!!! —Y volvió a su camarote cerrando las coritinillas.

Las risas invadieron el barco, carcajadas bárbaras.

Ups, ups, —dijo un pirata, —me ahogo.

Al verlo al otro le entró más risa y ups, ups, este también se ahogó, y el otro y el otro y el otro al ver el panorama un ingles dijo:

¡¡Se han ahogado!!

Y fue tal la risa que ups, ups, se ahogó un inglés, al verlo el otro, ups, ups y otro inglés y otro y otro y otro; por un momento se hizo el silencio, fue entonces que al mar le entro risa, y al sol, y a los vientos, y a todos los elementos de la tierra, hasta que ups, ups.

Suprunaman 13/04/06

El niño. De elgringo

No había manera, todos los días la misma canción, el orinal siempre estaba lleno y como siempre tenía que ser yo el que lo vaciara, pero la culpa es mía, lo tengo mal acostumbrado, soy un devoto de la limpieza y del orden, y siempre que se deja algo por ahí, voy yo y lo pongo al sitio, y claro, el listillo se aprovecha de mi.
Mi propio hermano, menudo elemento, es un holgazán y cuando encuentra un empleo no le dura ni dos semanas, mis padres lo habían mimado demasiado, claro, es el pequeño de la casa y siempre lo tiene todo hecho, y encima no se cuida, se pasa el día tumbado en el sofá, y solo come pizzas y huevos fritos con patatas, eso si, con ajoaceite, será cabrón, mi madre se pasa el día dándole al mortero para complacer al niño, aunque hoy por hoy eso es lo que menos me preocupa. He observado que últimamente va con malas compañías, “lo que faltaba pal duro”, se ha juntado con un tal Mon que parece un zombi sacado de las mismísimas tinieblas. He decidido trabajar menos y pasar más tiempo con mi hermano. Le enseñaré a comer bien y a no atiborrarse de ajoaceite y longanizas que ha buen seguro le habrá viciado el tío ese. Me lo llevaré a practicar algún deporte y ha llevar una vida sana. Le enseñaré la gran calabaza, que ahí si que hay buena gente, aunque no se porqué ese tal Mon está en todas partes.

elgringo 13/04/06

Vulgar existencia. De Aquarella

¿Por qué aquí, por qué yo? No se puede tener peor suerte. —Cogió de nuevo la botella, cerró los ojos para dar un largo trago que volvió a quemarle la garganta y siguió buceando en sus pensamientos. El mundo es muy grande, pero la jodida cigüeña tuvo que soltarle en Cantalagua, diminuto pueblo apodado el orinal del cielo porque nunca deja de llover... desesperante. Un lugar absurdo para nacer que diluye la vida entre ovejas, monotonía y aburrimiento.

¡Hasta la soledad parece líquida en este maldito pueblo! —El alcohol le acentuaba las ganas de compadecerse.

Su madre le había cuidado con mimo, tal vez le había consentido en exceso. Desde que ella no estaba se había convertido en un devoto seguidor de la televisión, que veía durante horas, de revistas paramilitares y violentos videojuegos.

Dicen que todo el mundo tiene sus diez minutos de gloria. ¿Y en el culo del mundo cómo coño se consigue eso? —Unos cuantos tragos más y su adorada televisión le mostraría la respuesta.

Fue precisamente una antigua película de romanos la que le dio la idea, un tal Nerón disfrutaba mirando una ciudad en llamas y empezó a imaginar lo bien que quedaría su pueblo con las bombas de un mortero... el espectáculo le pareció perfecto. Lástima no disponer de artillería para hacerlo a lo grande, pero ya encontraría la mejor manera de prenderle fuego.

¡Qué fácil había sido! Sentado en la colina, orgulloso de lo que había hecho y sin ningún remordimiento, veía como ardían casas, establos… el pueblo entero parecía una enorme hoguera — ¡Ni en las Fallas hacen algo así, de ésta me sacan en la tele! —Pero no había contando con el elemento que le daba nombre al lugar, el gesto de satisfacción se le congeló en la cara cuando empezó a llover torrencialmente. Cantalagua volvía a sumergirse en las tinieblas de la noche.

¡Mierda! —En ese momento supo que su esfuerzo no iba a servir de nada, era inútil, las cámaras no llegarían a tiempo.

Aquarella 12/04/06

Caballo, un hombre perdido. De Mon

Debía estar viajando, cabizbajo, taciturno, abandonado en las tinieblas, solo él era inconsciente de la realidad que le rodeaba. En una mano la botella de vino, en la acera la jeringuilla evacuada.
Era un viejo barrio marginal de calles húmedas de farolas apagadas, elementos que hacían dormir la ciudad en un profundo olvido, así sus gentes enfundadas en viejos cueros pululaban ordenadamente y a determinadas horas para no dejar descansar el adoquinado.
La gran avenida estaba acompañada de bancos y árboles solo interrumpida por el curso del gran río con sus aguas ya remansas, apacibles. Era un placer recordar el sonido de sus mimosas aguas besando las orillas, acariciando los ecos de juventud perdida, recuerdos tal vez lejanos de una salud y un rumbo equivocado.
Durante la guerra los morteros atronaban las calles otrora ricas y abundantes, ese estruendo que parecía venir de la pobreza, del otro lado del río, ¡ya ves hoy lo que queda! una vieja casa llena de goteras y orinales que las apantanan. Paradojas de la vida y él, único devoto de esa injusta debacle, permanece envenenado y sin sombra en una noche que dará con sus huesos en la morgue.
Ahora es la hora de resumir mi vida pensó, me han abandonado los temblores he vencido las pesadillas y marcho a un lugar donde ya nadie me podrá molestar jamás.

Mon 12/04/06

El orinal del infierno, un mal sitio para morir. De Suprunaman

Que peor lugar para esconderse que el llamado “El Orinal del Infierno”, aquí te encuentras entre tinieblas, es un sitio en el que no me gustaría morir.
Una gran mayoría de gente, cuando muere acaba en el cementerio, otras son incineradas y arrojadas al mar, pero "el orinal" está lleno de esquizofrénicos, sus muertos son enterrados en el jardín, otras veces los cadáveres son expuestos para el disfrute de los devotos de la muerte, también puedes encontrarte con algún necrófilo que te de sus mimos y cariños para el resto de tu existencia física.
Puede que haya matado a mucha gente, pero no le desearía este lugar ni a mi peor enemigo.
Lucien lleva viviendo cinco años en este lugar, no lo puedo entender, aparentemente es normal.
Calle AvandGarde nº13, eso me dijo, una escalera de caracol me lleva hasta su puerta, está abierta, el aroma a marihuana perfuma la habitación, al otro extremo está Lucien, en una mano sostiene la maza, echa los ingredientes necesarios en el mortero y los machaca bien. Hace unos años Lucien tuvo un problema con la pasma, su chica era la hija de un capitán, demasiadas drogas le pararon el corazón, ¡ay Lucien! no había otros lugares para esconderse.
Una vez hecho el trueque me introduzco otra vez en aquella maloliente ciudad, donde el hedor hace honor a su nombre.
La calle está húmeda, tanto como mi ancha frente, una sensación de desasosiego recorre mi cuerpo, mañana por la mañana abandonaré este retrete; noto que algo se me engancha al cuello y al darme la vuelta veo toda una legión de muertos que se aproximan a mi, de un codazo me quito de encima aquel elemento que me agarra, saco el revolver de la cartuchera y empiezo a disparar a diestra y siniestra, sus cuerpos ya muertos siguen avanzando, sus ojos están desorbitados y de sus labios emana una baba viscosa, Lucien está entre ellos, la estampa es desesperanzadora pues a cada paso que doy, a cada puerta que pido auxilio me responde otro gruñido, no hay auxilio posible.
Prefiero no saber el final, ¡pum!.

Suprunaman 12/04/06

Páginas de un diario. De Chajaira

Tarde del 23 de marzo de 1972

Un poquito de cariño, unas piedrecillas de sensatez y unos dientes de fe, son los ingredientes principales que machaco en el mortero de mis días.
Días simples sin más intención que ser la hija perfecta, sacrificada como siempre a la educación de una familia devota y mira dónde me han dejado.
Tengo cuarenta y cinco años, pasada por una vida rutinaria dedicada a ser lo que se espera de mí, mujer que oculta su escote ya flojo, caído a la esperanza pero que deseo con culpa y pudor, ser amada, deseada, arrastrada a los instintos más paganos por un hombre.
Ese mi hombre especial que miro tras la cortinilla cada tarde. El Mimo del semáforo. Sus ojos delineados en negro resaltan en su cara blanquecina, siempre gesticulando la sonrisa. No puedo evitar querer sacar de su disfraz, su pantomima; estoy segura de ello, su risa dibujada es una mentira, como mis años de sacrificio a la nada, al delantal, la cacerola y la fregona.
Sé que él y yo somos como el elemento que dejó caer Dios en un momento de pereza. Abandonados a nuestros pensamientos, olvidados, ocultos en las tinieblas de las tardes frescas. Mi mimo escondido en su maquillaje y mi poca alegría tras una ventana.
Quiero tirar al orinal, como mi último despojo, mi cobardía. Necesito traspasar mi faja, mi combinación de encaje roído, mis bragas pulcras y beatas.

Chajaira 10/04/06

Palabras para el "Contemos cuentos 5"

Para la segunda semana de este quinto juego ideamos, siempre con la base de nuestras normas conocidas (relatos de entre 200 y 400 palabras, tema libre y título obligatorio), proponer la creación de un texto que contuviera un diálogo.
Las palabras de la quincena fueron:

DEVOTO

ELEMENTO

MIMO

MORTERO

ORINAL

TINIEBLA

Malditos paparazzis. De Naza

A veces mi amor, las cosas no son lo que parece, por mucho que las pruebas así lo evidencien. Intentaré en esta carta explicar lo que ocurrió, tan lejos y distinto a lo que te mostraron. Sé que es la última oportunidad que tengo para llegar hasta ti, así que deseo me des la posibilidad de explicarme y que tu corazón me sepa comprender.

Como te dije en su momento la finalización del proyecto me llevaría trabajar hasta tarde en la oficina. Hay un trabajo de documentación que cumplir, y nadie mejor que Cristina, mi secretaria para que lo ejecutara.

La jornada avanzó hasta llegar la noche, le pregunté a mi secretaria si deseaba continuar o prefería seguir al día siguiente. Ella me dijo que haría lo que yo decidiera. Lo menos que pude hacer era invitarla a cenar.

En el restaurante del Mirador siempre tienen una mesa reservada para los compromisos, por eso decidí acudir a ese lugar.

El proyecto es de vital importancia para nosotros, una estrategia empresarial consiste en agasajar a la mujer del alcalde, su ayuda nos podría beneficiar. Le enseñaba a Cristina la pulsera de diamantes y quería ver como quedaba en la muñeca de una mujer. Esa foto no corresponde a una realidad, es mal intencionada y dañina, carente de veracidad. Mi candidez no me llevó a pensar que un fotógrafo mercenario, carente de alma presentara esa foto como un flirteo con mi secretaria.

De vuelta al despacho y en un momento determinado sentí un golpe seco; Cristina se había desmayado. No sabía donde acudir; ¡estábamos solos! Nunca hice cursos de primeros auxilios, así que la llevé hasta el sofá, del secreter saqué un abanico para ver si así recuperaba la conciencia. Como no dejaba de sudar le desabroché la blusa. Cristina seguía aletargada. Entonces pensé en el boca a boca que tanto éxito tiene en las películas. Lo que tampoco podía imaginar, era que el mismo fotógrafo, con su ballesta en la mano clavara sus flechas en forma de fotos en una imagen que para nada corresponde a la realidad. A mí mi amor que como sabes soy totalmente asexuado.

Eso fue lo que sucedió. Créeme por favor. Yo me pongo en tu lugar, pero esas fotos no se corresponden a la realidad, de verdad. Todo es un manipulación de la prensa.

Naza 09/04/06

La cruzada de los niños. De Naza

-¡Esto es una barbaridad!¿Nos hemos vuelto todos locos?¡Mira hija!

Desde el mirador de palacio, un padre contemplaba junto a su hija como una fila interminable de desarrapados avanzaban camino del poblado.

-¿Dónde van esos niños, padre?
-¿Ves a ese hombre que camina de un lado para otro y no deja de mover los brazos? Pues ese individuo cree que la pureza de esas almas cándidas le abrirá las puertas de Jerusalén. Está convencido que llegará a la ciudad santa y le pedirá a los sarracenos que le entreguen el Santo Sepulcro porque ha tenido una visión.
-¿Y qué les sucederá a esos niños?
-No les ocurrirá nada, alguien convencerá a ese iluminado de que su proyecto carece de lógica. Ojalá Urbano consiga hacerle cambiar de idea. Ahora lo importante es suministrar a esos infelices alimentos y abrirles las caballerizas para que pasen allí la noche. ¿Me ayudas Silvana?

La niña retiró de su secreter una medalla y acompañó a su padre.
Al atardecer el Conde Giaccomo Nacino y su hija Silvana, escoltados por soldados armados con ballestas se adentraron en los establos. Decenas de personas; niños y ancianos en su mayoría, ocupaban un suelo cubierto de paja sobre el que extendieron esteras de esparto. La miseria parecía ajena a ellos. Sus cánticos y loas a Dios resonaban en el recinto.

-Vigila a mi hija. -Un soldado acompañaba a la niña, que se mezcló con el resto de niños. Su ropa le delataba.

Silvana observaba con ojos extraños todo aquello que le rodeaba. Los otros niños detenían sus juegos y sus risas al paso de la niña. Todos la miraban pero sólo uno se atrevió a hablarle.

-Cuando lleguemos a la tierra de los sarracenos, no te separes de mí, yo te salvaré.
-¿Tú, pero si eres un niño. Con qué armas me defenderás de los infieles?
-Pedro el Ermitaño dice, que entraremos en Jerusalén gracias a nuestros cantos. Y que un ejercito de ángeles velará por nosotros.
-Entonces no me salvarás, lo harán los ángeles. -La niña sonreía.

Al niño no le quedó otro argumento que sacar la lengua en tono burlón.

-¿Cómo te llamas, soldado? -Preguntó Silvana.
-Luigi, contestó el niño.
-Toma Luigi, si alguna vez decides volver a estas tierras, muestra esta medalla, es un salvoconducto.

A la mañana siguiente, un ejercito de harapientos guiados por un hombre asexuado caminaban hacia un fatal destino.

Naza 09/04/06

La Inopia, día indeterminado, momento inadecuado. De Aleisterdeleden

Apreciados calabaceros:

Acabo de asomarme maravillado a este mirador virtual que tenemos en la Calabaza y me percato, no sin vergüenza, que he olvidado en el secreter de mi alcoba los apuntes que llevaba para poder redactar la carta, por lo que tendré que improvisar, cosa bastante habitual en mí (el despiste, no la improvisación). Está claro: nunca dejaré de ser un alma de cántaro.
Desde La Primera Palabra, repleta de profundidad y sentimiento he podido ver que los textos estarán Unidos Para Siempre aunque sean amorosamente tiernos y tristes. Al fin y al cabo así es la vida, como un cándido Cupido disparando su ballesta sin mirar dónde va a dar.
Podríamos estar hablando, mucho y bien, del Sexo de los Ángeles, con todo su sentimiento y gracia, como así lo hizo de manera épica La Duquesa de la Muerte, planteando la verdad que vivimos los guerreros (así es la guerra), sin premios que justifiquen los esfuerzos. Conocedores, como Enoch, de dónde está El Tesoro de la Ciudad Prohibida, repleto de vislumbres de una realidad prohibida que aparece de nuevo, con toda su poesía y color a través de las Metamorfosis que experimentamos (como vívida y real experiencia) buscando una Supervivencia imposible desde este Destino de Clon al que nos vemos indefectiblemente abocados todos cuantos…
¿De qué os estaba hablando?
Ya os lo decía yo, todos escribiendo unas cartas maravillosas… ¡Y yo en La Inopia!
Abrazos.

AleisterdelEdén 07/04/06

La herencia. De Monelle

Querida hermana:

Te escribo para contarte los pormenores que han rodeado el entierro de papá.
El viaje, se hizo pesado. Demasiada distancia para recorrer a solas.
Cuando llegué estaban esperándome. Quedé sorprendida ante la cándida bienvenida. En cuanto puedas haces el equipaje y te vienes para acá. ¡Sí, has leído bien!
Como habrás podido intuir no tengo intención de regresar a casa. No, no te asustes.
Debes saber que nuestra posición y responsabilidad, para con esta comunidad, es tan importante, que me veo en la obligación de rogarte que no retrases tu partida.
Patricia, no puedo entrar en detalles por escrito. Lo que he de contarte es de tal relevancia, que te lo tengo que decir en persona.
Tan sólo te comentaré que, como sospechábamos, las circunstancias que rodearon la vida y también la muerte de nuestro padre, están íntimamente relacionadas con nuestra enfermedad.
¿Te puedes creer que me emocioné en su entierro? Puedo afirmar que realmente la sangre tira.
Al concluir nos trasladamos hasta la casa. ¡Es enorme! Me dijeron que esa era nuestra herencia, que nadie más tenía derecho a disfrutarla, pero con una condición... ¡No podemos salir de allí!
Te va ha parecer terrible visto desde la perspectiva en la que te encuentras ahora, pero no lo es. Y en cuanto te ponga en antecedentes lo comprenderás. Papá lo dejó todo escrito. Cuando hallaron su cuerpo sin vida aparente, sentado frente al secreter con los brazos caídos y la cabeza ladeada, acababa de dejar escritas sus últimas voluntades. En ellas daba cuenta de nuestra existencia, y pedía que se nos avisara para tomar el relevo de sus responsabilidades. Me dijeron que hasta ese momento, todos lo habían visto como un ser asexuado, incapaz de procrear.
Había planeado su muerte. Al tirar de una cuerda, accionó una ballesta cargada con una estaca que al atravesarle el corazón le produjo la muerte inmediata.
Las vistas desde el mirador de su despacho a la luz de la luna son impresionantes.
Podemos consolarnos ante la seguridad de que su alma inmortal, descansa al fin del suplicio de esta muerte en vida.
Por cierto, no temas el viaje, se hace de noche, y además los vagones poseen unos amplios cortinajes que aíslan de la luz. Y recuerda no pasar delante de ningún espejo, no sea que te descubran.

Amanda

Monelle/CRSignes 060406

El sendero de la mano izquierda. De Aleisterdeleden

Lo extraordinario y lo ortodoxo se rodean y se dan mutuamente nacimiento.
Puesto que un círculo no tiene principio. ¿Quién es capaz de agotarlo?

SUN TZU

Desde el mirador natural que configuraba el recodo del camino apenas si tuvieron tiempo de entrever el pueblo abandonado antes de que la noche cayera sobre ellos. La dureza del camino fue incrementada por la suspensión de ballestas del viejo "JEEP", la falta de luz y referencias claras hicieron que Al, al poco de emprender la huída, reconociera en la primera encrucijada que se habían perdido. Hubiera resultado cándido por su parte el no hacerlo, pues ya en la ida, en pleno día, les había ocurrido. En ese mismo instante un búho se colocó en medio de uno de los dos senderos e instintivamente decidieron que ese era el camino a seguir. El animal continuó haciendo su labor de guía, volando frente el vehículo y deteniéndose en todos y cada uno de los posibles desvíos marcando un camino que nadie dudó, ni por un instante, que fuera el correcto. Hasta que Al, contemplando los restos de un caserío abandonado, afirmó:
- Ya sé dónde estamos. Si seguimos a la izquierda llegaremos pronto a la carretera.
Fue entonces cuando el animal voló sobre ellos describiendo un círculo, como despidiéndose, se unió a su pareja y desapareció en la noche.
No tardaron en abandonar la senda forestal para llegar a una carretera asfaltada y señalizada. Ya más tranquilos, ignorando que las consecuencias de aquella senda iban a ser fatales para uno de ellos, se dispusieron a escuchar la grabación causante de su precipitada marcha. En ella se había registrado una única parafonía que, al sonar, hizo estremecerse a los cuatro.
- ¡Fuera!- gritaba una voz metálica, profunda y asexuada, proviniete de Dios sabe dónde.
Ya en su casa, mientras guardaba la cinta en su secreter, Al se dispuso a tener una charla con Alter; al fin y al cabo compartían un mismo cuerpo y una porción de su alma.

Aleisterdeleden 05/04/06

Carta a una amiga. De Belfas

Mi querida amiga.

Hoy voy a intentar con un sencillo idioma que es tan dulce como mezquino, tan interesante como prohibido, que a veces ni siquiera puede expresar lo que ven mis ojos. Puede la poesía descubrir que dos almas se amen y comprendan.
Recuerdas cuando estábamos en aquel mirador contemplando la hermosura del paisaje y te dije aun sabiendo que no le darías importancia que, cuando un poeta te embriague con sus versos, debes cerrarle la puerta a tu aturdido corazón, pero que cuando utilice un lenguaje coloquial, tembloroso, cándido, sugestivo, misterioso... creas.
Pues ya no sé si realmente es así, hoy mi espíritu no vislumbra el misterio que envuelve al poeta, te expresaré que le noto distinto y que tiene una forma asexuada de creer.
Ahora mismo desde la distancia que nos separa y el corazón afligido me pregunto. ¿Qué es el amor? No es el amor un sentimiento por el que todo se mueve, un eje misterioso que acciona todos los mecanismos humanos para se amen y entiendan. Si así fuere,¿ no es la poesía un elemento mas que nutre y acompaña a esa pasión tan noble? La poesía, flechas de suspiros y anhelos lanzados por ballestas al viento a la búsqueda del ser amado. La poesía, palabras conjugadas que parten de un recóndito lugar inexpugnable hacia la aventura y donde la sensibilidad tiene su estancia. Amor y poesía, un binomio perfecto para realzar la belleza de las pasiones ilustres.
Desde el aledaño de mi alma me confieso con la esperanza que guardes este escrito en tu secreter, para que lo releas en los momentos que te envuelva la nostalgia de mi ausencia de poeta.

Belfas 04/04/06

La palabra escrita permanece. De Aquarella

3 de abril de 1662
Greenleaf Hall
Dorsetshire

Estimado Señor,

No nos conocemos, la gravedad de las circunstancias me empuja a dejar a un lado las normas de cortesía. Confío en que sabrá perdonar la impertinencia de una dama escribiendo a un desconocido. El amor por los libros, sentimiento que creo compartimos y verdadero alimento del alma, justifican mi proceder. Si esta carta llega finalmente a sus manos será porque Dios y el destino así lo han querido.

Mentes ignorantes y supersticiosas han ordenado la quema de todos los libros considerados sacrílegos ¡Cómo si el saber pudiera calificarse así! Mi deber de hija me obliga a salvar el legado de mi padre, una magnífica biblioteca que contiene valiosos ejemplares, auténticas joyas que no deben caer en poder de esos bárbaros. Este triste asunto es de naturaleza acuciante, me veo obligada a abandonar mis propiedades que han sido embargadas, pero antes de partir he conseguido esconder la mayoría de los libros en una parte del sótano a la que sólo se tiene acceso a través de una puerta camuflada. Del uso que haga usted de esta información depende que esa sabiduría no caiga en malas manos.

En el ala norte hay una habitación pintada de azul y en una de sus paredes un enorme tapiz. En él, un cazador porta una gran ballesta que dispara tres flechas a la vez; éste es el ex libris de mi padre, está grabado en todos los ejemplares de su propiedad sobre la frase “La palabra escrita permanece”. Junto al mirador, disimulado bajo unas viejas sábanas, encontrará un secreter y en el quinto cajón de la derecha está la llave que le dará acceso a su colección. La puerta está oculta detrás del tapiz. Una angosta escalera y un largo pasillo le llevarán directamente al refugio donde he tenido que amontonarlos.

Espero sepa comprender la importancia de mi petición, no se deje llevar por la desconfianza que pueda provocarle una mujer. Sí así lo prefiere, le ruego considere esta carta como un mensaje asexuado, sin tener en cuenta el remitente. No se trata de un capricho femenino, ni debe juzgar mi actitud como demasiado cándida. ¡Lo único importante es salvar los libros! La suerte está echada, no me queda más que confiar en su buena fe y dejarle en la seguridad de que mi gratitud me convertirá en su más fiel servidora.

Alethea Cromwell

Aquarella 03/04/06